El film de Derek Jarman (1993) es considerado una de las representaciones
biográficas más controversiales que se ha hecho sobre un filósofo. La cuestión
está en saber definir o puntualizar la razón (o las razones) de que esto sea efectivamente
pensado de tal manera. Como toda obra que busca resaltar ciertos aspectos de la
vida de un personaje reconocido, a lo largo de la secuencia se muestran
situaciones de la vida de Wittgenstein que pueden ser consideradas problemáticas,
como, por ejemplo, la manera en que el mismo autor (representado por un niño que
cuenta su historia) se refiere a su familia, a sus tutores, al lugar donde tuvo
que formarse, compañeros, maestros y a su producción bibliográfica. Así pues, es una
presentación un tanto caricaturesca del filósofo la que se encarga de mostrar
Jarman bajo su dirección. Considero acertado la modalidad en que fue puesta en
escena la película, como si de una obra de teatro se tratase; el vestuario es adecuado (aunque haya escenas en que parezca una burla misma) y las
actuaciones remarcables. El formato
de obra de teatro conlleva necesariamente a que la producción sea en sí misma
una meta-historia que se critica constantemente. Pero ¿en qué sentido podemos
tomar este atributo? La aparición de un extraterrestre que conversa con
Wittgenstein, los tintes casi ridículos que efectúa Bertrand Russell en la
película, la brutal crítica que se le hace al ambiente cultural e intelectual
del Cambridge donde se forma Wittgenstein y las escenas de danza y de guerra
son ejemplos de esta condición meta. Esto sucede incluso cuando el extraterrestre pone en duda la identidad del joven
Wittgenstein.
Portada de la película Wittgenstein, 1933
Pero no vayamos tan lejos, la historia en sí misma está
contada a un espectador, a nosotros como observadores, como críticos, lo que
el director parece prever muchas veces. Uno podría decir que el bajo presupuesto y
los días de grabación que se dedicaron a la película fueron pocos, pero eso no
es, al menos en esta ocasión, un factor determinante en la manera en que es presentada la
obra, siempre entretenida e informativa.
La película deja muchos cabos sueltos, tal como la filosofía
misma de Wittgenstein, promueve una visión crítica no solo respecto al estudio
de la obra del autor sino respecto a la idea que se tiene del filósofo, de los
niños prodigios y de la forma en cómo los niños son criados en un ambiente
intelectual exclusivo. La apreciación sigue siendo mitigada, considero que la
presentación de la vida de un personaje tan reconocido en la filosofía debe ser
consecuente con su propósito, es decir, debe cumplir con la pretensión de mostrar
aspectos positivos y negativos de forma seria, sin que ello comprometa la
creatividad del director y los productores. Siempre he gustado de observar cómo
las historias pueden referirse a sí mismas y criticar sus postulados, por eso
esta película cumplió con las expectativas que tenía para verla. La constancia
de las críticas, la presentación de situaciones inauditas (el joven Wittgenstein
disparando un arma mientras se muestra simbología judía, además de los
encuentros sexuales de Russell), las reflexiones filosóficas del protagonista
sobre el lenguaje, la guerra, la existencia y la muerte, son asuntos de interés
que también vale la pena resaltar.
La duración de un filme representa siempre una limitación en
lo que se quiere presentar; sin embargo, aquí las escenas logran generalmente articularse en un todo que no se guía por una
secuencia temporal o espacial. Este punto puede ser el más controversial de la
película, pues parece exenta de un
argumento central; pero esto es solo apariencia, pues se nota que los
escritores construyeron los argumentos basados en el pensamiento crítico del
autor al que se le hace el tributo. La presentación del film no deja de ser, a
mi apreciación, objeto de críticas negativas, sobre todo si se considera el
asunto burlesco de todo el asunto, además, la ridiculización de personajes como
Russell suponen una postura laxa frente a su filosofía, además, el tema de la
sexualidad y de las represiones son aspectos que considero poco llevados de la
mano con la reflexión filosófica de Wittgenstein. Considero que tal vez eso sea
así para captar la atención del espectador mientras se preparan otras cuestiones
de importancia. La película muestra facetas
que incomodarían a los lectores y admiradores más fervientes del filósofo, además
de criticar la forma en cómo se presenta la vida. No importando las formas, resaltamos la
importancia de conocer a uno de los personajes de la filosofía a quien, necesariamente,
han de conducir las reflexiones de aquellos interesados en la reflexión del mundo
y el lenguaje.
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