lunes, 13 de enero de 2020

Tiempo de cine: Wittgenstein


El film de Derek Jarman (1993) es considerado una de las representaciones biográficas más controversiales que se ha hecho sobre un filósofo. La cuestión está en saber definir o puntualizar la razón (o las razones) de que esto sea efectivamente pensado de tal manera. Como toda obra que busca resaltar ciertos aspectos de la vida de un personaje reconocido, a lo largo de la secuencia se muestran situaciones de la vida de Wittgenstein que pueden ser consideradas problemáticas, como, por ejemplo, la manera en que el mismo autor (representado por un niño que cuenta su historia) se refiere a su familia, a sus tutores, al lugar donde tuvo que formarse, compañeros, maestros y a su producción bibliográfica. Así pues, es una presentación un tanto caricaturesca del filósofo la que se encarga de mostrar Jarman bajo su dirección. Considero acertado la modalidad en que fue puesta en escena la película, como si de una obra de teatro se tratase; el vestuario es adecuado (aunque haya escenas en que parezca una burla misma) y las actuaciones remarcables. El formato de obra de teatro conlleva necesariamente a que la producción sea en sí misma una meta-historia que se critica constantemente. Pero ¿en qué sentido podemos tomar este atributo? La aparición de un extraterrestre que conversa con Wittgenstein, los tintes casi ridículos que efectúa Bertrand Russell en la película, la brutal crítica que se le hace al ambiente cultural e intelectual del Cambridge donde se forma Wittgenstein y las escenas de danza y de guerra son ejemplos de esta condición meta. Esto sucede incluso cuando el extraterrestre pone en duda la identidad del joven Wittgenstein.

Portada de la película Wittgenstein, 1933

Pero no vayamos tan lejos, la historia en sí misma está contada a un espectador, a nosotros como observadores, como críticos, lo que el director parece prever muchas veces. Uno podría decir que el bajo presupuesto y los días de grabación que se dedicaron a la película fueron pocos, pero eso no es, al menos en esta ocasión, un factor determinante en la manera en que es presentada la obra, siempre entretenida e informativa.

La película deja muchos cabos sueltos, tal como la filosofía misma de Wittgenstein, promueve una visión crítica no solo respecto al estudio de la obra del autor sino respecto a la idea que se tiene del filósofo, de los niños prodigios y de la forma en cómo los niños son criados en un ambiente intelectual exclusivo. La apreciación sigue siendo mitigada, considero que la presentación de la vida de un personaje tan reconocido en la filosofía debe ser consecuente con su propósito, es decir, debe cumplir con la pretensión de mostrar aspectos positivos y negativos de forma seria, sin que ello comprometa la creatividad del director y los productores. Siempre he gustado de observar cómo las historias pueden referirse a sí mismas y criticar sus postulados, por eso esta película cumplió con las expectativas que tenía para verla. La constancia de las críticas, la presentación de situaciones inauditas (el joven Wittgenstein disparando un arma mientras se muestra simbología judía, además de los encuentros sexuales de Russell), las reflexiones filosóficas del protagonista sobre el lenguaje, la guerra, la existencia y la muerte, son asuntos de interés que también vale la pena resaltar.

La duración de un filme representa siempre una limitación en lo que se quiere presentar; sin embargo, aquí las escenas logran generalmente articularse en un todo que no se guía por una secuencia temporal o espacial. Este punto puede ser el más controversial de la película, pues parece exenta de un argumento central; pero esto es solo apariencia, pues se nota que los escritores construyeron los argumentos basados en el pensamiento crítico del autor al que se le hace el tributo. La presentación del film no deja de ser, a mi apreciación, objeto de críticas negativas, sobre todo si se considera el asunto burlesco de todo el asunto, además, la ridiculización de personajes como Russell suponen una postura laxa frente a su filosofía, además, el tema de la sexualidad y de las represiones son aspectos que considero poco llevados de la mano con la reflexión filosófica de Wittgenstein. Considero que tal vez eso sea así para captar la atención del espectador mientras se preparan otras cuestiones de importancia. La película muestra facetas que incomodarían a los lectores y admiradores más fervientes del filósofo, además de criticar la forma en cómo se presenta la vida. No importando las formas, resaltamos la importancia de conocer a uno de los personajes de la filosofía a quien, necesariamente, han de conducir las reflexiones de aquellos interesados en la reflexión del mundo y el lenguaje.

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