lunes, 27 de enero de 2020

Alfred Ayer y algunas dimensiones de la obra de Wittgenstein


En esta entrada estaremos comentando algunos de los presupuestos centrales de la obra de Alfred Ayer (1986) sobre Wittgenstein, abarcando específicamente los capítulos que van del quinto al décimo. Así, el primer tópico que abordamos es el de los fundamentos de las matemáticas: Observaciones sobre los fundamentos de las matemáticas, texto de Wittgenstein del cual Ayer plantea que es complicado rastrear los aspectos que constituyen la consolidación de sus presupuestos epistemológicos. Para el analista, Wittgenstein sostuvo que no se lograría nada con reducir el fundamento de las matemáticas al estudio de la lógica, pues la pregunta era: ¿Por qué las matemáticas necesitan de un fundamento? Wittgenstein explicó que lo que necesitaban las matemáticas era una clarificación en tanto proposiciones, como cualquier otra del lenguaje. De esto concluye que las proposiciones matemáticas exigían ciertos presupuestos normativos en tanto representaban reglas de inferencia para el cálculo, y tales reglas permitían articular un sistema que no abarcaba contradicciones para mantenerse controlable; es decir, ningún elemento había de contrariar al sistema en su totalidad. Respecto a esto, Ayer escribe: “No es cierto que la posibilidad de construir la paradoja del mentiroso en la lengua que usamos vicie toda esta lengua. Si éste es el punto de vista de Wittgenstein, estoy de acuerdo con él” (p. 87). 

Algunas de las críticas de Ayer a Wittgenstein se refieren a las Investigaciones filosóficas. Ayer escribe que tal obra recoge muchos temas que Wittgenstein había abordado a lo largo de otros escritos. La función de la filosofía como práctica que expone los errores en los que caen los filósofos en torno al lenguaje, viene a constituir aquí una máxima del autor. Esto significa que la filosofía debía dejar de lado explicaciones y centrarse en las descripciones, en tanto propuesta de un orden para solucionar aparentes problemas intrincados en el lenguaje. Para lograr ello, ha de seguirse ciertas reglas que conducen su labor misma; sin embargo, esto supone una serie de planteamientos que van a ser discutidos por el mismo Ayer, para quien, por ejemplo, la construcción o idea de un lenguaje privado resulta problemática, pues el lenguaje privado consiste en “[…] aquel que es lógicamente imposible comprender para quien no sea su usuario.” (p. 97).

Alfred Ayer (1910-1989)

Esta practicidad de la labor del filósofo se contrapone a lo que ya Wittgenstein había escrito en el Tractatus lógico-filosófico. Sin embargo, retoma muchos elementos de su Cuaderno marrón para fundamentar su construcción respecto a los juegos del lenguaje, cuestión última de trascendencia para el entendimiento de sus posteriores publicaciones por parte de sus albaceas testamentarios. El denominado juego lingüístico supone que el hablar es en sí mismo una actividad o forma de vida (p. 89). Por ejemplo, los nombres propios o ciertas denominaciones pueden adquirir distintos significados respecto a la descripción que se tome de los mismos, y aquí el analista escribe ejemplos que ilustran tal presupuesto en Wittgenstein. Esto significa, para Ayer, que Wittgenstein ha dejado de lado la “búsqueda de la forma general de las proposiciones” (p. 91). Sin embargo, encontraremos que una de las preguntas centrales es: ¿En qué consiste la obediencia a una regla? Lo cual, escribe Ayer, no lo termina de alejar de su trabajo respecto a las Observaciones sobre los fundamentos de las matemáticas. Ayer reseña así toda una secuencia analítica que permite establecer puntos de contacto entre Wittgenstein y Saul Kripke respecto a la cuestión del escepticismo y sus posibles relaciones con David Hume.

Saul Kripke (1940-)

Lo interesante de este tema es la vuelta que hace Ayer sobre los textos anteriores de Wittgenstein, encontrando conexiones de gran valía, como por ejemplo el enclave entre el Cuaderno azul y las Investigaciones filosóficas respecto al tema del lenguaje privado. Todas estas consideraciones llevan a Ayer a plantear que Wittgenstein: “[…] vincula lo que considera las tendencias solipsistas de aquellos que insisten en la privacidad de la experiencia con las peculiaridades en el uso del pronombre de primera persona.” (p. 105). Otros temas, como el referido a la voluntad, escribe Ayer, son crípticos, debido a que Wittgenstein no tuvo consideración en ellos para su publicación.

Al contextualizar estas problemáticas, Ayer expone posteriormente una revisión general sobre los temas de la magia y la religión, que comparten un mismo principio centrado en los juegos del lenguaje. De igual forma sucede respecto a la filosofía de la psicología, pero en este caso no se supone la creación de una nueva teoría de la praxis. La importancia de Wittgenstein radica en que busca entender el uso que le damos a los conceptos psicológicos, específicamente a los verbos psicológicos, siendo que no se dedica a trabajos de índole psicológica, como deja claro Ayer. Es fácil entender en Wittgenstein el desarrollo de una filosofía de la psicología, pues el contexto histórico supone toda una serie de escuelas y sistemas como el de la Gestalt. Así, Observaciones sobre filosofía de la psicología se alza como uno de los aspectos centrales de la obra de Wittgenstein, donde Ayer relaciona sus planteamientos con las investigaciones de George Moore, uno de las principales figuras intelectuales de la época junto a Bertrand Russell.

El tema del conocimiento y la certeza, que viene a ser uno de los temas concluyentes, se relaciona con el abordaje del conocimiento de las experiencias propias y las ajenas, temas que Wittgenstein ya había abordado con ejemplos en el Cuaderno azul. Y aquí también es importante el papel que juega Moore respecto a las definiciones que da del sentido común y todas las críticas que hace Wittgenstein a tal forma de concebir la realidad, aunque también comete ciertos errores que resalta Ayer. Así pues, en Sobre la certeza, texto de Wittgenstein que publican sus albaceas, se discute la validez de las proposiciones, siendo que el autor utiliza los planteamientos de Moore para acercarse, como un trampolín (sostiene Ayer), para detallar cada uno de estos temas referidos al estudio de las proposiciones y su verificabilidad. Sin embargo, todo termina de nuevo en los juegos del lenguaje. El último tópico corresponde al legado de Wittgenstein, la influencia sobre su medio cultural y sus planteamientos vistos a largo plazo. Así, el Círculo de Viena y el movimiento filosófico analítico son dos de los pilares, expresa Ayer, que permiten entender la influencia de Wittgenstein hasta nuestros días.

Referencias bibliográficas

Ayer, A. (1986). Wittgenstein. Barcelona: Ed. Crítica.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario