El primero de los artículos que aquí comentaremos lleva por título Los sofistas, Wittgenstein y la argumentación en filosofía, escrito por Alejandro Tomasini, el cual tiene
por objetivo introducirnos en la metodología que utiliza
Wittgenstein para desentrelazar confusiones propias de problemas
filosóficos. La premisa de la cual parte el autor del artículo es que los filósofos
pueden ser categorizados en tres categorías, a saber: aquellos que se centran
en el desarrollo de una teoría; otros quienes sistematizan su aparato conceptual
y ordenan presupuestos como un todo,
y aquellos que se dedican a la argumentación y al debate de ciertos postulados.
Según Tomasini, Wittgenstein entraría en el último grupo. Lo interesante del artículo es que, teniendo esto en cuenta, aborda ciertos presupuestos sobre la filosofía de los sofistas, y aquí podríamos preguntarnos ¿a qué se debe que se
dedique a hablar de ellos en su artículo? desde luego que no busca encontrar
conexiones e influencias entre éstos y Wittgenstein, pues como lo menciona, sería caer en un anacronismo. La clave está en que los sofistas representan
en la historia de la filosofía un regreso a las argumentaciones filosóficas que
atribuían suma importancia a la utilización del lenguaje, centrándose en la
subjetividad de la experiencia y en los trucos que permitieran sobresalir en
cualquier discusión o debate al que se entrase. De la misma manera, Wittgenstein
atribuye relevancia al lenguaje; sin embargo, el uso que éste le otorga es
completamente diferente en cuanto a la labor filosófica, estableciendo Tomasini un curioso contraste.
Para Wittgenstein, el uso del lenguaje permite des-articular toda una gama de cuestiones filosóficas que han sido formuladas de forma descontextualizada y arbitraria, lo que hace difícil responderlas. Por ello, propone entonces -mediante los juegos del lenguaje y de toda una serie de aspectos metodológicos- devolver a su estado menos abstracto tales cuestiones, permitiéndonos conocer a profundidad partes de las respuestas y continuar con nuestro trabajo filosófico. La filosofía se convierte así en una cuestión que incrementa nuestras preocupaciones e inquietudes a la vez que las clarifica, permitiéndonos conocer hacia dónde queremos dirigirnos una vez tengamos parte de estas respuestas.
Ludwig Wittgenstein en 1929. Fuente: Wikimedia Commons.
Para Wittgenstein, el uso del lenguaje permite des-articular toda una gama de cuestiones filosóficas que han sido formuladas de forma descontextualizada y arbitraria, lo que hace difícil responderlas. Por ello, propone entonces -mediante los juegos del lenguaje y de toda una serie de aspectos metodológicos- devolver a su estado menos abstracto tales cuestiones, permitiéndonos conocer a profundidad partes de las respuestas y continuar con nuestro trabajo filosófico. La filosofía se convierte así en una cuestión que incrementa nuestras preocupaciones e inquietudes a la vez que las clarifica, permitiéndonos conocer hacia dónde queremos dirigirnos una vez tengamos parte de estas respuestas.
Frame. 12 Angry Men, 1957, Sidney Lumet.
El segundo texto, titulado La filosofía de Ludwig Wittgenstein,
escrito por Alfonso Tamayo, ubica los planteamientos de Wittgenstein no como una teoría, sino como toda una argumentación para
desenmarañar los embrujos del lenguaje. Según Tamayo, todo lo que preocupa al
filósofo es clarificar las cuestiones de índole filosófica,
oscurecidas constantemente con el lenguaje. Así, a la filosofía como arte le interesa, pues, las particularidades, esto en contra de toda
generalización propia de las ciencias. No hay entonces un camino a seguir sino
múltiples caminos que pueden llevar a distintos lugares, a relacionar hechos
y encontrar objetivos específicos; pistas, como si de un investigador
policiaco se tratase. Habría que preguntarse cómo descifrar las confusiones sin
crear más de ellas de manera innecesaria, por ello, la cuestión del significado no ha de tener una existencia por fuera del contexto en
que se dice una palabra, allí radicaría determinar el origen de la problemática.
Ambos autores concuerdan en que no es fácil la labor de los
filósofos en este sentido específico, más si consideramos a la filosofía como una especie de
terapia en la solución de problemas que han permanecido y que constantemente vuelven a aparecer en las reflexiones actuales. Regresar a la obra de
Wittgenstein parece ser una de las opciones más pertinentes en la construcción de
análisis que permitan superar inconvenientes relacionados con el lenguaje y,
por ende, en la forma en cómo se hace filosofía.
Tamayo, A. (2016). La filosofía de Ludwig Wittgenstein. Universitas Philosophica. Vol. 1. (2).
Tomasini, A. (1999). Los sofistas, Wittgenstein y la argumentación en filosofía. Tópicos. Revista de Filosofía. (17).
Referencias bibliográficas
Tamayo, A. (2016). La filosofía de Ludwig Wittgenstein. Universitas Philosophica. Vol. 1. (2).
Tomasini, A. (1999). Los sofistas, Wittgenstein y la argumentación en filosofía. Tópicos. Revista de Filosofía. (17).
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