Un primer aspecto a tener en cuenta de la filosofía de Hegel es que, en sus planteamientos, hay una correlación de mediación entre el objeto y el sujeto (el objeto pensado no está contenido en aquello que se pretende alcanzar del mismo [la cosa es en cuanto es], con lo cual los objetos están en un ahí y en un ahora como primer e inmediato conocimiento sensible no cuestionado). Si bien la esencia de la certeza sensible está el objeto, ésta tiene lugar posteriormente en el yo, que es el sujeto mediado por la necesidad de saber, constituyendo ambos, en su relación, el estado de la conciencia.
Retrato de G.W.F. Hegel por Lazarus Gottlieb.
La certeza, pues, se presenta en tres momentos: el del objeto, el del sujeto y el de la conciencia. Sobre la conciencia Hegel expresa que, si bien el tiempo y el espacio son cosas que están en el sujeto, no hay forma de estar de lado de la objetividad (afirmación) ni de la subjetividad (negación), sino que la conciencia (negación de la negación), al ser el último de los tres momentos, niega que la verdad esté en el sujeto y se queda con la experiencia de la conciencia, de la que su ciencia es la fenomenología del espíritu.
En un segundo aspecto, la filosofía debe entenderse, para Hegel, como un impulso generador de momentos de la conciencia. Lo relacional de los procesos comprendidos mediante la conciencia en síntesis ocupan un lugar en la historia. Así, lo singular se desenvuelve en la universalidad, pero ésta no se olvida de lo particular sino que se halla en su desarrollo; es decir, no omite los modos y los medios con los cuales se busca alcanzar la verdad filosófica de las cosas.
El pensamiento filosófico de Hegel es comprendido como un sistema para entender la historia de la filosofía y el pensamiento, pues ofrece claves para comprender la sociedad y los cambios sociales, además de ser (la historia) el tribunal de la justicia del mundo. La historia es expresión del desarrollo dialéctico, siendo éste, para Hegel, el método del conocimiento de la realidad, al igual que la ley que la rige. El idealismo de Hegel aspira al absoluto, hacia una conciencia histórica, concibiendo la filosofía como la consideración pensante de las cosas, identificándola como el espíritu en el estado de su máximo autodesarrollo.
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