La pregunta por la importancia del lenguaje en la filosofía puede ser entendida desde varios ejes de análisis. Desde la ciencia, por ejemplo, como elemento y herramienta de investigación; desde el discurso, como argumento y seducción, y, desde la lingüística, como modos de ser de la lengua. En este sentido, la importancia del lenguaje en la filosofía puede entenderse a partir de su utilidad para las investigaciones, pero también como problema central de investigación en el que importa el modo en que se emplea el lenguaje.
Reflection, 1901, Oskar Zwintscher.
Se entiende que el lenguaje guarda una estrecha relación con los contenidos mentales, llegando en gran parte a constituirlos, sin olvidar la interacción que existe con el mundo material, y sin hacer separaciones tajantes respecto a la cuestión mente y cuerpo. Los contenidos mentales se enlazan a su vez con una realidad inmediata y material; esta relación, en apariencia sencilla, que guarda el lenguaje con los contenidos mentales y éstos con la realidad inmediata, da lugar al interrogante ontológico sobre la posibilidad de conocer realmente las cosas, además del alcance mismo del conocimiento, bien sea a través de su nombre o denominación, o de conocerlas por sí mismas sin presupuestos. De esto se desprende la pregunta sobre el origen del conocimiento. Es decir, si éste surge a partir del nombre o a partir del objeto, y qué salvedades y arbitrariedades se condensan entre la brecha nombre y objeto, contemplando de este modo el árbol de la teoría del conocimiento.
[2014] True detective. T1. Cary Joji Fukuvnaga
El lenguaje importa por aquello que decimos del mundo, y lo que decimos importa porque conviene de una experiencia de este mundo y de las cosas que lo conforman; importa para discernir en la percepción, la interpretación y el entendimiento. Pero el problema del lenguaje no se sintetiza en el interrogante sobre la veracidad y correlación entre nombre y objeto, sino que también es un factor crucial en la comunicación verbal, gestual y articulada, en el habla, la escucha, en los actos de locución y de persuasión.
El ser humano es par excellence un portador de carga teórica, siempre sujeta a la experiencia, en menor o mayor medida consensuada. En primer lugar, la relación se establece entre sujeto-objeto, y, en segundo lugar, entre sujeto-sujeto. Y entre sujeto-sujeto se encuentra contemplada la convención de la cultura, las ideologías, y todos los parámetros que componen la relación entre sujetos y el contexto. En este escenario de contexto y relación se establecen connotaciones morales, y la importancia del lenguaje que otorga la filosofía radica en la comunicabilidad de esos parámetros, bien sea en referencia a lo justo e injusto, lo bello y lo feo, lo bueno y lo malo, etc.
[2014] John Wick. Chad Stahelski, David Leitch
La filosofía opera sobre la base lógica de que todo lo que se diga surge del pensamiento, y no es menos importante lo uno que lo otro, puesto que el lenguaje ofrece una panorámica verbalizada del pensamiento, y la filosofía (la más de las veces) busca comprender e interpretar el pensamiento valiéndose de las herramientas del lenguaje, aceptando que la palabra designa la realidad como abstracción mental, y por ende es comunicable, toda vez que es simbólica y representable.
El lenguaje importa a la filosofía por el principio de comprender la mente, en el sentido en que toda mente supone pensamiento (de interés de la filosofía) y supone conocimiento, en tanto el pensamiento supone representaciones y éstas encadenan signos, aunque el signo arraiga la discusión de signo lingüístico y signo no-lingüístico. No obstante, en ambos casos el signo ya predispone interpretación y comprensión, y ahí es donde el lenguaje es herramienta de la filosofía.
[1980] From the life of the marionettes. Ingmar Bergman
Por muchos siglos la filosofía pretendió obtener la universalidad del saber conocer, y esta universalidad fue contemplada a partir de la creación de conceptos y términos empleables que debían estandarizarse. En ese sentido, el lenguaje puede dar cuenta del carácter ilimitado o limitado de una referencia, así como de sus singularidades; lo que se dice, cómo se dice y respecto a qué se dice. Todo esto tiene que ver con el vínculo que se establece entre el concepto, el nombre y el objeto, así como la veracidad o falsedad de una oración, proposición, enunciado, etc., con el cual se intente dar cuenta de un fenómeno. A su vez, se considera que el estudio del lenguaje, cuando es analizado a partir del discurso, consolida métodos y herramientas para ofrecer argumentos oportunos y precisos.
La importancia del lenguaje para la filosofía también estriba en la posibilidad de sostener una base archivística en la memoria, y esta base servirá a su vez, bien sea para transmitir y enseñar, como para representar en la mente, recordar. Entre los objetos y el lenguaje, el concepto desempeña una función mediadora, haciendo posible la interpretación. En ese orden de ideas, es preciso concluir que, tal como concluye San Agustín, aceptado recurrentemente en la actualidad (no sin desconocer la descomunal heurística del debate), no existe lenguaje sin pensamiento.