Consideraciones sobre la Suma Teológica.
Considerada la obra más representativa del pensamiento del Santo Tomás de Aquino, de gran extensión e integrando diversidad de temas, se encuentra dividida en tres partes: la primera, donde se aborda la idea de Dios y sus respectivas
creaciones; la segunda, centrada en el ámbito de los actos de los humanos, de
las virtudes, los vicios y los hábitos; y la tercera parte, que desarrolla el tema de la gracia de jesucristo expresada en los sacramentos de la fe católica. Cada uno de estos aspectos se subdivide en múltiples apartados, cohesionados con la concepción de Santo Tomás sobre el mundo y la vida. Por otra parte, el texto se compone de artículos, lo que hace recordar la
organización propia de un texto sagrado. El autor utiliza, pues,
una forma de exposición que podría ser considerada como un ejercicio dialéctico, en
el sentido de exponer sus planteamientos a la vez que sus posibles
críticas, para luego brindar una solución precisa (en sus términos) a la cuestión que
plantea. Al igual que en sus anteriores escritos, Santo Tomás no solo se vale de la biblia sino también de filósofos como Aristóteles y Platón, argumentando sus puntos de vista y, sobre todo, su concepción teológica.
St Thomas de A'quin foudroyant l'hérésie. Basilique Saint Maximin. Michel Serre. 190x140 cm.
En la primera parte del tratado, Santo Tomás propone una discusión que gira en torno a
la teología, cuestionándose si ésta es una ciencia para el estudio de Dios; y si esto es así, entonces le
haría superior a cualquier otro tipo de saber científico, pues sistematizaría algo que va más allá de todo tipo de conocimiento. Seguido a tal planteamiento, el autor enumera los que, considera, son los atributos de Dios, así como también propone una definición del mismo, escribiendo que su existencia no depende de los humanos, ni de algún otro ente u cosa. Se refiere, además, a la cuestión del cuerpo y el alma, siendo esta última la que
corresponde al intelecto; aquí notamos la influencia de Aristóteles
respecto a la división del alma en los ámbitos vegetativos y
sensitivos. Para Santo Tomás, el alma trasciende el cuerpo y sigue existiendo
cuando éste perece, es de tal manera que Dios preserva el mundo.
La segunda parte del tratado, como se ha mencionado arriba, pretende explicar diversas cuestiones que se atribuyen a la naturaleza humana. Santo Tomás expresa que el fin último del hombre es el conocimiento de Dios.
A partir de tal conjetura, el autor clasifica los hábitos de los seres humanos siguiendo las
ideas del filósofo estagirita, mencionando las virtudes y los vicios o
pecados del hombre, todo lo cual está relacionado con la doctrina católica.
Para el autor, las virtudes más importantes terminarían siendo la templanza, la
fortaleza, la justicia y la prudencia.
Summa S. Thomae Hodiernis academiarum moribus accomodata sive cursus theologicae. Scan by P. Schmelzle (2012).
La gracia de Dios solo recae sobre aquellos que obren siguiendo las virtudes mencionadas. Sin embargo, existen, además, otro tipo de virtudes, las que Santo Tomás denomina divinas, las cuales consisten en la fe, la esperanza y la caridad para con los demás; para él, la
más importante es la fe, pues con ella podemos llegar a conducir nuestra vida, además de brindar ayuda para salvar a los pecadores y sanar los vicios como la herejía y la violencia. Pero también existen las virtudes sociales, como la piedad, el honor y la amistad, entre otras. Santo Tomás también aborda el tema de la justicia, explicando que su fin es el bienestar de la sociedad, otorgando a cada quien lo
justo, recordándonos a su Tratado sobre el gobierno de los príncipes (Ver nuestra entrada anterior). La segunda parte cierra con el tema de las profecías y los profetas, abundando en ejemplos bíblicos. La tercera parte de la obra se refiere a jesucristo como salvador de la humanidad; de esta forma, para Santo Tomás, debemos adorar con
nuestro ser las reliquias de los santos como cuerpos de cristo, pero nunca a su
madre, María, pues ella era, sencillamente, una creatura mortal. Por último, el autor menciona la importancia del bautismo (pues limpia los pecados), de la penitencia y de la eucaristía para
llevar una vida correcta y de acuerdo a los mandatos de Dios.
Tratado sobre la verdad y la eternidad
del mundo
La primera cuestión que Santo Tomás de Aquino va a desarrollar en este tratado es la pregunta sobre lo que se considera la verdad. A partir de allí, desarrolla una reflexión que contiene gran cantidad de aspectos metafísicos sobre la noción de ente (donde el ente indivisible es uno, y la esencia del ente es Res). En este sentido, encontramos que el ente es a lo que se reducen todos los objetos del entendimiento, lo cual nos lleva a plantear que es desde él que podemos obtener los demás conceptos mediante adiciones al mismo. Esta adición solo puede darse si lo que se agrega expresa un modo propio del ente, es decir, algo que no se había expresado antes en él. Tal es el punto de partida para poder llegar al tema de la verdad. Santo Tomás se referirá luego a la constitución del alma, escribiendo que en el alma se da la potencia cognoscitiva y la apetitiva, recordándonos a los planteamientos de Aristóteles. El autor sostiene que la conveniencia del ente con el apetito se expresa en el nombre de bien, y la conveniencia del ente con el entendimiento se expresa en el nombre de verdad. Hay que tener en cuenta que el ente corresponda (conveniencia) al entendimiento, es decir, que en este caso la cosa a conocer se debe adecuar al entendimiento, y en eso cobra su ser finalmente la razón de la verdad, concluyendo que el conocimiento es un efecto de la verdad. Para esto, Santo Tomás escribe que son tres las formas de definir la verdad y lo verdadero: la primera es atendiendo a lo que precede de la verdad, tomando aquí como referencia a San Agustín y Avicena. La segunda es atendiendo a lo que constituye formalmente la verdad, refiriéndose a las ideas de San Anselmo. La tercera manera es por el efecto que se sigue de la misma, aquí toma a Hilario y de nuevo a San Agustín.
Saint Thomas d'Aquin. Ary Sheffer.
En los siguientes artículos Santo Tomás responderá, luego de dejar muchas dudas, la cuestión de si la verdad se encuentra en el
entendimiento o en las cosas externas, a lo que responde (siguiendo a Aristóteles) que
la verdad y la falsedad se encuentran en la mente, y el bien y el mal están en
las cosas. La verdad solo se encuentra posteriormente en las cosas y anteriormente
en el entendimiento. En un artículo posterior, Santo Tomás escribe que el
entendimiento compone y divide las cosas del mundo, y cuando juzga
correctamente y se adecua a tales cosas se dice que es un conocimiento
verdadero, pero también se refiere a un entendimiento divino, superior
al de los humanos, para captar las cosas del mundo. El autor cuestiona, además del tipo de verdad que ha expuesto, la existencia de una verdad que sea eterna, a lo que responde que solo el primer tipo de verdad es eterna, pues la idea de una no-verdad se
encuentra en el entendimiento, el cual participa de una reflexión que parte de la verdad
que ya ha sido demostrada. En otro artículo, Santo Tomás inquiere si se puede
dar la verdad en los sentidos, respondiendo afirmativamente, pero de manera
distinta al entendimiento, ya que los sentidos no conocen su propia esencia, no
permitiéndole esto hacer una reflexión completa sobre lo que conoce. De esta manera, el
sentido viene a ser un intermediario entre el entendimiento y las cosas, mientras que el
sentido respecto al entendimiento viene a ser una cosa, la distancia
que guarda respecto a la verdad.
El tema sobre la eternidad del mundo es breve en comparación al de la verdad. En este, Santo Tomás plantea la cuestión sobre si el mundo podría haber existido desde siempre, idea desde la cual escribe un análisis que rinde tributo a reflexiones precedentes en el seno de
la filosofía cristiana. El autor explica la idea de una potencia pasiva que recuerda a
Aristóteles, pero la idea central aquí es el descubrir si algo que es causado por Dios puede haber existido desde
siempre. Santo Tomás recurre a distintos ejemplos como el del sol y su
luz, ello para decir que Dios, a la vez que produce la sustancia de todas las
cosas, puede hacer que su efecto sea en todo momento él mismo. Luego apelará a
la idea de la voluntad, escribiendo que el que se entristece sin causa se
entristece de nada, es decir, de nuevo la idea del acto y su forma primera en potencia. Por último, se menciona el
problema de si el mundo existió desde siempre, y si hay entonces en él infinitas
almas, a lo que escribe Santo Tomás que Dios perfectamente pudo hacer el mundo
sin hombre o almas, o bien, como escribe, pudo hacer al hombre cuando lo hizo,
aun cuando todo el resto del mundo lo hubiese hecho desde siempre, así no
quedarían en el mundo almas infinitas tras los cuerpos muertos.
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