martes, 25 de agosto de 2020

El escenario de la filosofía alemana en relación al pensamiento filosófico de Julio Enrique Blanco


Realizar conexiones contextuales entre escenarios, en gran medida dispares, supone siempre tener en cuenta los detalles de época. Nuestro trabajo es, al menos, un intento de establecer un tipo de conexión específico, por lo que realizaremos una delimitación espacial y temporal: Colombia y Alemania en un período de tiempo que va de finales de siglo XlX y comienzos de siglo XX. Julio Enrique Blanco nació en Barranquilla en 1890, cuando el aprendizaje de la filosofía giraba en torno a la corriente neotomista en el país y la industria y el comercio en su ciudad natal la convertía en uno de los focos productivos más importantes del país. El filósofo José Coley escribe: “Blanco vivió en su propia formación intelectual el giro hacia nuevas formas del pensamiento, constituyéndose en el primer representante del pensamiento moderno de este país, distinguiéndose de la dirección que siguieron los estudios filosóficos en Colombia hasta comienzos de los años cuarenta.

Blanco fue un estudioso de la filosofía alemana, especialmente de la filosofía de Immanuel Kant y de Edmund Husserl. Para Eduardo Bermúdez, Blanco estudió a Kant por más de 75 años, lo cual dice de su erudición, dedicándose principalmente al estudio de la filosofía de la educación. Sabemos que Kant prestó atención a la formación del ser humano, un eje de análisis al cual Blanco dirigió sus esfuerzos intelectuales para transformar su ciudad natal (véase la entrada anterior). La nota preliminar de su artículo De la causalidad biológica, escrita por la editorial de la revista Voces, habla ya de estas influencias de la filosofía alemana sobre el filósofo barranquillero:
Discípulo de Kant, ha seguido con rigor las enseñanzas del maestro en lo que respecta a las parte metodológica y formal de este ensayo [causalidad biológica]. Tras sufrir de una manera asaz notoria las influencias de la filosofía Kantiana, las corrientes de filosofía científica encauzadas en Inglaterra por James Clerk Maxwell, y proseguidas en Alemania por Helmholtz, Mach y Hertz, no tardaron en ejercer sobre su ánimo una vivísima atracción y marcaron su orientación actual que, dada su juventud, no puede considerarse todavía definitiva. (Voces, 1917, p. 174)
Para Bermúdez, la producción de Blanco en la revista Voces no es de menor calidad que su producción filosófica de madurez, pues desde un principio leyó a los autores en su idioma, traduciendo también al español algunos escritos de Kant. Bermúdez escribe:
Debido a este interés por Kant, Julio Enrique Blanco se procuró, a través de un librero local, las obras principales del filósofo alemán en su idioma original. Luego se dio a la tarea de traducirlas al castellano. Para 1911, encontramos ya dos traducciones: “Prolegómenos a toda Metafísica del Porvenir”, y “De las formas y Principios del Mundo sensible e inteligible”, esta última directamente del latín […]. (Bermúdez, 2009, p. 63)
La influencia del Círculo de Viena y de los intelectuales de la época lo convirtieron en una figura de carácter universal. Por otra parte, interesante es su relación con el neokantismo. Blanco viajó a Alemania en 1920, en medio de un ambiente de posguerra y de agitación cultural en toda Europa, siendo capaz de obtener una mirada holística de diferentes naciones planeando un itinerario sobre su actividad productiva. En este ambiente, la metafísica y el estudio de la historia era una cuestión debatida: “Blanco no hizo rendir cuentas a los filósofos famosos, sino a sus nociones, los fundamentos cognoscitivos de sus nociones, el modo de aparición y desarrollo de sus nociones, así como a su relación con las influencias históricas, que o las inspiraban o las hacían expirar.” (Isaza y Duque, 2014, p. 18).

La influencia de Wilhelm Dilthey en el contexto intelectual alemán era grande, principalmente por la explicación de los procesos históricos a partir de categorías de análisis y de un proyecto que buscaba la unidad histórica representada en la esencia de la filosofía. Los planteamientos de Dilthey sobre el conocimiento de lo social llevaron al debate sobre la escisión entre las ciencias del espíritu (o de la cultura) y las ciencias naturales. Tal separación llevó a la formación de escuelas que buscaban fundamentar la solidez de las ciencias de la cultura. Por ello, el estudio de la historia se volvió de gran importancia, y Kant ya había dado claves para el estudio de la misma, aunque hubiese planteado que la filosofía no solo podía aprenderse a través de un saber histórico. Bermúdez sostiene que Blanco negaba que se le considerase un kantiano, y mucho menos un neokantiano:
[…] conocía bien los diversos matices de las corrientes kantianas, desde el protokantismo de Hermann von Helmholtz, destacado hombre de ciencia que trabajó la fisiología de la percepción haciendo eco de los métodos kantianos para la ciencia natural, pasando por Otto Liebmann quien hizo famosa la frase “debemos volver a Kant”, hasta llegar a los neokantianos propiamente dichos como Windelband, de quien recomendaba su historia de la filosofía, y Hermann Cohen […]. (Bermúdez, 2009, p. 66)
Bermúdez sostiene que la influencia de Kant sobre Blanco debe entenderse como un pluscuankantismo, refiriéndose al tiempo en pasado plus-que parfait, que supone una acción o suceso pasado en la descripción de un hecho ocurrido. Esta influencia, para el autor, la podemos situar específicamente en el campo del estudio de la matemática y de la metafísica. Kant había definido a un maestro como aquel que, uniendo diversos tipos de conocimientos, los utilizaba para fortalecer la razón humana y los aplicaba para plantear mejores condiciones de vida de la humanidad. En ese sentido, no podemos negar que Julio Enrique Blanco fue un verdadero maestro.

Referencias

Bermúdez, E. (2009). Julio Enrique Blanco: lector de Kant. Revista Amauta, 13.
Editorial. (1917). Nota preliminar. Revista Voces, 1 (7). pp. 174-175.
Isaza, J. y Duque, N. (Comp.). (2014). Obra en Blanco. Notas sobre la filosofía de Julio Enrique Blanco. Ed. Universidad de Caldas.
Kant, I. (2015). Crítica de la razón pura. Ed. Taurus.

martes, 18 de agosto de 2020

Julio Enrique Blanco y el proyecto fundacional de la Universidad del Atlántico

José Coley, filósofo y docente de la Universidad del Atlántico (Colombia) detalla el trabajo y el legado del filósofo barranquillero Julio Enrique Blanco, nacido en el año de 1890 y considerado como el primer exponente de la filosofía moderna de Colombia. Con influencias kantianas, Blanco se formó en un contexto en donde las ideas neotomistas y la regeneración conservadora dejaban profundas huellas en el pensamiento académico. Consideró que la formación de los ciudadanos debía tener calidad humana y, a la vez, capacidad técnica para los trabajos científicos, otorgando así gran importancia a la relación entre filosofía y educación, sabiendo que el conocimiento era necesario para la transformación de las sociedades. Blanco entendía la filosofía como creatividad práctica, es decir, como una actividad que busca innovar y construir técnicas intencionales de fines prácticos. 
 
Portada del libro Obra en Blanco. Editorial de la Universidad de Caldas.
 
La primera instancia institucional creada por Blanco (gracias al poder político que adquirió al obtener el puesto de Director de Instrucción pública del Departamento del Atlántico), fue el Museo del Atlántico, que coincidió con el esplendor de la ciudad de Barranquilla en la década de 1940. A través de estos objetivos materializados, y viendo el potencial del museo, Blanco fundó el Instituto de Tecnología, dedicado a la enseñanza de la química y de la farmacia, consideradas por el filósofo como fuentes primarias para eliminar la precariedad de los ciudadanos por aquel entonces. Su objetivo era crear ambientes de educación propicios bajo el ideal de un hombre completo, formando a las personas con conocimientos técnicos y humanistas. Por todo esto, el Instituto de Tecnología terminó convirtiéndose en el Instituto politécnico del Caribe, donde se ampliaría la gama de conocimientos y temáticas. Coley sostiene, al ver estos procesos de creación institucional, que la ciudad había llegado a una mayoría de edad en sentido kantiano.
 
Julio Enrique Blanco fue el primer rector de la Universidad del Atlántico. Desde su fundación, y durante la década de 1950 y 1960, ésta vivió su época dorada, y la vida intelectual de la ciudad giró en torno suyo. La creación de los conversatorios filosóficos en 1991, que tenían por objetivo hacer pública la filosofía, propició un ambiente favorable a la creación de la Facultad de Ciencias Humanas y del Programa de Filosofía de la Universidad en 1997. A esto se suman otros eventos vitales como los Foros Nacionales de Filosofía; los Congresos Internacionales de Filosofía Latinoamericana de la Universidad de Santo Tomás; los Centros de Estudios Filosóficos de Barranquilla; el taller filosófico Thales de Mileto; el grupo Centro Russell y revistas entre las que se encuentran Cultura Caribe, Amauta y Aletheia. No obstante, y con el pasar del tiempo, la ciudad se vio sumida en un caos por su ineficiente capacidad administrativa frente a procesos de inmigración y desplazamiento de personas que buscaban oportunidades laborales, en parte por las políticas nacionales del Frente Nacional. La crisis de la Universidad coincidió con la crisis de la ciudad. Es durante esta época que se fundó la Universidad del Norte, que buscó subsanar el vacío que la primera había dejado. Aún con todas estas problemáticas internas, la Universidad del Atlántico sigue siendo un referente académico para la región y el país, y continúa existiendo gracias a los ideales de su fundador.

lunes, 10 de agosto de 2020

Breves anotaciones sobre la filosofía de G. W. F. Hegel

G. W. F. Hegel nació el 27 de agosto de 1770 y murió el 14 de noviembre de 1831. Es considerado el mayor exponente del idealismo filosófico, y entre sus principales obras encontramos la Fenomenología del espíritu (1807); Ciencia de la Lógica (1816) y Enciclopedia de las ciencias filosóficas (1830). A lo largo de su vida desarrolló amistades con artistas e intelectuales como Friedrich Schelling y Friedrich Hölderlin.

Un primer aspecto a tener en cuenta de la filosofía de Hegel es que, en sus planteamientos, hay una correlación de mediación entre el objeto y el sujeto (el objeto pensado no está contenido en aquello que se pretende alcanzar del mismo [la cosa es en cuanto es], con lo cual los objetos están en un ahí y en un ahora como primer e inmediato conocimiento sensible no cuestionado). Si bien la esencia de la certeza sensible está el objeto, ésta tiene lugar posteriormente en el yo, que es el sujeto mediado por la necesidad de saber, constituyendo ambos, en su relación, el estado de la conciencia.

Retrato de G.W.F. Hegel por Lazarus Gottlieb.

La certeza, pues, se presenta en tres momentos: el del objeto, el del sujeto y el de la conciencia. Sobre la conciencia Hegel expresa que, si bien el tiempo y el espacio son cosas que están en el sujeto, no hay forma de estar de lado de la objetividad (afirmación) ni de la subjetividad (negación), sino que la conciencia (negación de la negación), al ser el último de los tres momentos, niega que la verdad esté en el sujeto y se queda con la experiencia de la conciencia, de la que su ciencia es la fenomenología del espíritu.

En un segundo aspecto, la filosofía debe entenderse, para Hegel, como un impulso generador de momentos de la conciencia. Lo relacional de los procesos comprendidos mediante la conciencia en síntesis ocupan un lugar en la historia. Así, lo singular se desenvuelve en la universalidad, pero ésta no se olvida de lo particular sino que se halla en su desarrollo; es decir, no omite los modos y los medios con los cuales se busca alcanzar la verdad filosófica de las cosas.

El pensamiento filosófico de Hegel es comprendido como un sistema para entender la historia de la filosofía y el pensamiento, pues ofrece claves para comprender la sociedad y los cambios sociales, además de ser (la historia) el tribunal de la justicia del mundo. La historia es expresión del desarrollo dialéctico, siendo éste, para Hegel, el método del conocimiento de la realidad, al igual que la ley que la rige. El idealismo de Hegel aspira al absoluto, hacia una conciencia histórica, concibiendo la filosofía como la consideración pensante de las cosas, identificándola como el espíritu en el estado de su máximo autodesarrollo.