El siglo XVIII fue el siglo de la Ilustración, un periodo de la historia europea que vio emerger figuras centrales para la historia de la filosofía como Berkeley, Spinoza, Voltaire y Rousseau. Hubo grandes aportes al conocimiento como la idea de la enciclopedia, que reunía todo tipo de saberes con el fin de generalizar el conocimiento. A partir de esta entrada dedicaremos un espacio a uno de los filósofos representativos de esta época, David Hume, quizá el más importante pensador de habla inglesa. La filosofía de David Hume se ubica en la escuela del empirismo, la cual inicia con Francis Bacon (1561-1626), quien, limitándose al plano metodológico, establece el principio según el cual toda ciencia ha de fundarse sobre la experiencia. Es decir, el único método científico consistía en la observación y en la experimentación, construyéndose con una teoría de la inducción. También John Locke (1632-1704), desarrolló sistemáticamente la teoría gnoseológica empirista (la gnoseología es la rama de la filosofía que estudia los distintos tipos de conocimientos que pueden alcanzarse y sus fundamentaciones) sosteniendo que todo conocimiento en general derivaba de la experiencia.
El empirismo filosófico llega a su punto álgido con Hume, pues éste lo llevó a sus últimas consecuencias, con análisis que convierten sus escritos en piezas maestras no solo de la filosofía sino de la literatura. Hume es importante para la filosofía en la medida en que criticó a los dos principales conceptos del que se valía el racionalismo: la causalidad y la substancia, preparando el camino para las posteriores investigaciones de Immanuel Kant. A todo esto, podemos decir que la lógica de su empirismo desembocó en un escepticismo y en un fenomenismo, como lo veremos en el desarrollo de las siguientes entradas. David Hume también fue influenciado por Adam Smith y su preceptor Francis Hutcheson, así como por George Berkeley, con quien no compartió todas sus deducciones.
Ahora esbozaremos algunas problemáticas que más adelante expondremos, las cuales pretenden llamar la atención sobre los planteamientos centrales de Hume: en el plano de la epistemología planteó que el razonamiento deductivo produce poco conocimiento (según él, éste proviene de las impresiones; impresiones que a su vez vienen de las percepciones de los sentidos), por lo que el conocimiento inductivo debe utilizarse para llenar los espacios entre lo que experimentamos, basándonos en la probabilidad de que un hecho pueda suceder o no. Con esto, queda claro que el razonamiento inductivo tampoco puede producir certeza.
En el plano de la axiología, Hume no creía en factores morales o estéticos, sino que la moral, como también la belleza, eran conceptos creados por el hombre, y que en la moralidad no existía un trasfondo religioso o una justicia divina. En el plano de la ontología, Hume negó la existencia de la categoría de substancia por la de un conjunto de las cualidades singulares. La vida psíquica se reducía a un relevo ininterrumpido de representaciones o percepciones, por lo que la identidad y la diversidad de los fenómenos espirituales se encontraban en principios de asociación. En el campo de la ética desarrolló la teoría del utilitarismo, viendo en la utilidad el criterio de nuestra conducta moral. Respecto a la filosofía de la religión, Hume se limitó a admitir que las causas del orden universal tienen cierta analogía con la razón humana. Fuera de esta religión natural rechazó toda religión positiva, teología y doctrina filosófica acerca de Dios. La religión no podía ser la base de la moral, invocando la experiencia histórica para hablar de su nociva influencia sobre ésta y la vida civil.
Hume desarrolló un estudio detallado de las supersticiones, estimando que el origen de la religión era el temor a acontecimientos amenazadores con la esperanza de poder evitarlos. En el campo de la metafísica planteó que podemos conocer que algo suceda a otra cosa, pero no podemos conocer que una cosa cause algo (en este caso niega la ley de la causalidad, planteando que solo existen continuidades espaciales y temporales; así, por ejemplo, cuando una bola de billar golpea otra lo que existe es una sucesión temporal de una bola a otra, mas no una dinámica de causa y efecto). Lo único que conocemos acerca de la causación es el resultado de nuestra experiencia sensorial ayudada por el razonamiento inductivo (como ya hemos visto, mediante la experiencia, que una bola sucede a la otra, suponemos que debe darse que una bola causa el movimiento de la otra).
A Hume se le considera ateo y, otras veces, deísta (fe limitada al reconocimiento de Dios en calidad de causa primaria y renuncia de todos los demás postulados como opuestos a la razón). La historia de la Ilustración inglesa es en buena medida la historia del libre pensamiento religioso, y la forma ideológica de este libre pensamiento fue el deísmo. Durante los siglos XVII y XVIII, esta era una forma velada de renunciar a la interpretación religiosa del mundo.
Estatua de David Hume en Edimburgo (Escocia)
El empirismo filosófico llega a su punto álgido con Hume, pues éste lo llevó a sus últimas consecuencias, con análisis que convierten sus escritos en piezas maestras no solo de la filosofía sino de la literatura. Hume es importante para la filosofía en la medida en que criticó a los dos principales conceptos del que se valía el racionalismo: la causalidad y la substancia, preparando el camino para las posteriores investigaciones de Immanuel Kant. A todo esto, podemos decir que la lógica de su empirismo desembocó en un escepticismo y en un fenomenismo, como lo veremos en el desarrollo de las siguientes entradas. David Hume también fue influenciado por Adam Smith y su preceptor Francis Hutcheson, así como por George Berkeley, con quien no compartió todas sus deducciones.
Ahora esbozaremos algunas problemáticas que más adelante expondremos, las cuales pretenden llamar la atención sobre los planteamientos centrales de Hume: en el plano de la epistemología planteó que el razonamiento deductivo produce poco conocimiento (según él, éste proviene de las impresiones; impresiones que a su vez vienen de las percepciones de los sentidos), por lo que el conocimiento inductivo debe utilizarse para llenar los espacios entre lo que experimentamos, basándonos en la probabilidad de que un hecho pueda suceder o no. Con esto, queda claro que el razonamiento inductivo tampoco puede producir certeza.
En el plano de la axiología, Hume no creía en factores morales o estéticos, sino que la moral, como también la belleza, eran conceptos creados por el hombre, y que en la moralidad no existía un trasfondo religioso o una justicia divina. En el plano de la ontología, Hume negó la existencia de la categoría de substancia por la de un conjunto de las cualidades singulares. La vida psíquica se reducía a un relevo ininterrumpido de representaciones o percepciones, por lo que la identidad y la diversidad de los fenómenos espirituales se encontraban en principios de asociación. En el campo de la ética desarrolló la teoría del utilitarismo, viendo en la utilidad el criterio de nuestra conducta moral. Respecto a la filosofía de la religión, Hume se limitó a admitir que las causas del orden universal tienen cierta analogía con la razón humana. Fuera de esta religión natural rechazó toda religión positiva, teología y doctrina filosófica acerca de Dios. La religión no podía ser la base de la moral, invocando la experiencia histórica para hablar de su nociva influencia sobre ésta y la vida civil.
Hume desarrolló un estudio detallado de las supersticiones, estimando que el origen de la religión era el temor a acontecimientos amenazadores con la esperanza de poder evitarlos. En el campo de la metafísica planteó que podemos conocer que algo suceda a otra cosa, pero no podemos conocer que una cosa cause algo (en este caso niega la ley de la causalidad, planteando que solo existen continuidades espaciales y temporales; así, por ejemplo, cuando una bola de billar golpea otra lo que existe es una sucesión temporal de una bola a otra, mas no una dinámica de causa y efecto). Lo único que conocemos acerca de la causación es el resultado de nuestra experiencia sensorial ayudada por el razonamiento inductivo (como ya hemos visto, mediante la experiencia, que una bola sucede a la otra, suponemos que debe darse que una bola causa el movimiento de la otra).
A Hume se le considera ateo y, otras veces, deísta (fe limitada al reconocimiento de Dios en calidad de causa primaria y renuncia de todos los demás postulados como opuestos a la razón). La historia de la Ilustración inglesa es en buena medida la historia del libre pensamiento religioso, y la forma ideológica de este libre pensamiento fue el deísmo. Durante los siglos XVII y XVIII, esta era una forma velada de renunciar a la interpretación religiosa del mundo.
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