Estudiar la concepción de la modernidad instrumental supone un doble estudio contextual. Esto quiere decir que, por un lado, debemos considerar la realidad histórica que propicia su formulación y, por el otro, conocer las condiciones intelectuales de formación en que, quienes la acuñaron, la plantean. En este caso, tal concepción se consolida en medio de una serie de estudios que se integran bajo la conocida Escuela de Frankfurt. La modernidad instrumental está ligada a múltiples construcciones teóricas, como por ejemplo la industria cultural, denominación planteada en la Dialéctica de la Ilustración (Adorno & Horkheimer, 1998), una de las obras más importantes de la teoría crítica de la sociedad. Con el fin de delimitar nuestro tema y no caer en imposibilidades de exposición, nos centraremos en aspectos generales de este doble estudio contextual referido a Theodor Adorno, pues estudiar su vida es casi al mismo tiempo estudiar el conjunto de intelectuales que profundizan en el estudio de la modernidad o racionalidad instrumental de Occidente, que posteriormente se conformará como una Escuela. Afectada por el periodo de posguerra, ésta integra
distintas teorías (entre ellas el psicoanálisis y el marxismo) y los
postula en teorías unitarias para la explicación del sistema capitalismo
moderno y de la industrialización.
Liubov Popova, Arquitectura pictórica, 1918, Óleo sobre lienzo. 45 x 53 cm. Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, Madrid
Liubov Popova, Arquitectura pictórica, 1918, Óleo sobre lienzo. 45 x 53 cm. Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, Madrid
Rolf Wiggershaus, en su obra sobre La Escuela de Frankfurt escribe:
El contexto histórico alemán en que se forma Adorno estuvo principalmente marcado por un sentimiento de posguerra, propiciando un sobresalto para la conformación de un vigor individualista y racional propios de la ya consolidada burguesía. La característica más importante de este periodo fue la decreciente valoración del artista y de su autonomía, no como estudioso o académico del arte sino como productor y responsable de una mercancía que es producto de su capacidad individual. Esta característica se trasladará al campo de la literatura y de la música en los análisis de Adorno. A principios de siglo XIX, Alemania se encontraba en pleno auge económico y de industrialización, siendo que el fenómeno del capitalismo moderno era estudiado por una gran cantidad de intelectuales. Convulsionada por estos cambios, Alemania se sitúa en medio de grandes potencias económicas como Francia e Inglaterra; el marxismo estaba en auge y pugnaba por alcanzar logros nunca antes vistos (Mommsen, 1987, p. 5). La multitud de movimientos obreros llevaría a la posterior constitución de los partidos comunistas, tal como el Partido Comunista Alemán en 1920. Adorno se forma en medio de todos estas transformaciones nacionales e internacionales; la terminación de la guerra en 1919 concluye con la concepción de la degradación de un humanismo que clamaba por épocas pasadas donde la destrucción no había alcanzado tales cumbres desastrosas.
Theodor Wiesengrund […] llegó al mundo el 11 de septiembre de 1903 en Fráncfort del Meno. Su padre, Oscar Wiesengrund, un judío alemán, que se convirtió al protestantismo más o menos en la época del nacimiento de su único hijo […] era propietario de un negocio mayorista de vinos que existía en Fráncfort desde 1822. La madre, de nombre soltera María Cavelli-Adorno della Piana, era católica, y descendía de un oficial francés de la nobleza corsa (2009, p. 89).
Adorno tuvo una infancia y primera juventud marcada por
la música (Wiggershaus, 2009). Según Wiggershaus, fue Siegfried
Kracauer el que educó a Adorno en la teoría y en el conocimiento
filosófico, quien más tarde sería parte de los fundadores de la
Escuela de Frankfurt. Adorno leyó la Teoría de la novela escrita por
Lukács, que causó gran impacto sobre su concepción del arte y la
literatura. Leyó a Simmel y a Max Weber, quienes configuraron gran parte
de sus análisis y diagnósticos de la realidad que vivía. Otro gran
intelectual que lo influenció fue Ernst Bloch; así, pronto comenzó a escribir
sobre estética y crítica literaria. En 1924 conoce al músico Alban Berg
en Viena, convirtiéndose en su discípulo por su marcada admiración
hacia él (Castañeda, F., Fernández, J., Jacobsohn, p. 459).
Liubov Popova, Arquitectura pictórica, 1918, Óleo sobre lienzo. 45 x 53 cm. Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, Madrid
Liubov Popova, Arquitectura pictórica, 1918, Óleo sobre lienzo. 45 x 53 cm. Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, Madrid
Cuando el nazismo irrumpió en vísperas de la Segunda Guerra Mundial, Adorno es obligado a viajar y exiliarse en New York. En 1941 viaja a
California y se encuentra con Horkheimer, comenzando a trabajar en
distintos textos por los que serán reconocidos en el ámbito de la
filosofía. A partir de 1960 se dedica
al Instituto y a sus clases en la universidad de su natal ciudad, donde
inspiró movimientos juveniles, tal como lo hizo Herbert Marcuse. Adorno
muere en 1969 mientras escribía su obra de teoría estética; publicó a lo largo de su vida múltiples ensayos sobre la industria
cultural, el arte y la literatura, entre ellas encontramos: Minima Moralia; Dialéctica negativa. La jerga de la autenticidad; Dialéctica de la ilustración (junto a Horkheimer); Kierkegaard. La construcción de lo estético; Teoría estética y Notas sobre literatura.
Iván Kliun. Composición, 1917, Óleo sobre lienzo. 88 x 69 cm Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, Madrid
Con todo lo anterior, y volviendo al contexto histórico general, podemos aclarar que Adorno se formó en un período de la historia que, según Eric Hobsbawn (2000), era una transición que consolidaba una nueva visión respecto a los fenómenos de masa y de reflexiones frente al capitalismo moderno. Sus escritos estéticos y literarios con referencias al ensayo son considerados obras de gran importancia para la reflexión filosófica, convirtiéndose en un referente obligado para toda consideración sobre el arte y el surgimiento de la estética como rama especializada de la filosofía.
Para Elena Oliveras, Adorno fue no solo un filósofo sino también una
persona que realmente sabía de arte: “Formado en música y filosofía,
Theodor Wiesengrund Adorno [...] fue, entre los integrantes de la
Escuela de Frankfurt, quien más se dedicó a la Estética.” (Oliveras,
2004, p. 301).
Max Weber. Estación terminal "Grand Central", 1915, Óleo sobre lienzo. 152,5 x 101,6 cm Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, Madrid
El contexto histórico alemán en que se forma Adorno estuvo principalmente marcado por un sentimiento de posguerra, propiciando un sobresalto para la conformación de un vigor individualista y racional propios de la ya consolidada burguesía. La característica más importante de este periodo fue la decreciente valoración del artista y de su autonomía, no como estudioso o académico del arte sino como productor y responsable de una mercancía que es producto de su capacidad individual. Esta característica se trasladará al campo de la literatura y de la música en los análisis de Adorno. A principios de siglo XIX, Alemania se encontraba en pleno auge económico y de industrialización, siendo que el fenómeno del capitalismo moderno era estudiado por una gran cantidad de intelectuales. Convulsionada por estos cambios, Alemania se sitúa en medio de grandes potencias económicas como Francia e Inglaterra; el marxismo estaba en auge y pugnaba por alcanzar logros nunca antes vistos (Mommsen, 1987, p. 5). La multitud de movimientos obreros llevaría a la posterior constitución de los partidos comunistas, tal como el Partido Comunista Alemán en 1920. Adorno se forma en medio de todos estas transformaciones nacionales e internacionales; la terminación de la guerra en 1919 concluye con la concepción de la degradación de un humanismo que clamaba por épocas pasadas donde la destrucción no había alcanzado tales cumbres desastrosas.
Fortunato Depero, Robot con pipa, 1917 - 1920, Gouache sobre papel adherido a lienzo. 67,5 x 52,5 cm Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, Madrid
En 1923 se crea en Frankfurt el Instituto de Investigación Social (cuando Adorno contaba con veinte años) que más tarde será conocido como la Escuela de Frankfurt: “[…] los miembros que más contribuyeron a consolidar su orientación crítica fueron: Max Horkheimer (1895-1973), Theodor Adorno (1903-1969), Herbert Marcuse (1898-1979), Walter Benjamin (1892-1940) y Erich Fromm (1900-1980).” (Castañeda, F., Fernández, J., Jacobsohn, et. al., 1996, p. 458) Bajo la influencia de textos como El capital de Marx, La Filosofía del dinero de Georg Simmel y las obras de Max Weber, la Escuela de Frankfurt construyó sus concepciones frente a una nueva realidad no alcanzada a concebir por estos clásicos de la filosofía y de la sociología. Recordemos que la mayoría de intelectuales que conformaban la Escuela de Frankfurt eran de ascendencia judía, por lo que la Escuela tuvo que ser
trasladada a los Estados Unidos cuando inició la Segunda Guerra Mundial, hecho considerado como una ruptura y
desde el cual comienza a ser denominada como la Segunda Escuela de
Frankfurt.
Lyonel Feininger. La dama de malva, 1922. Óleo sobre lienzo. 100,5 x 80,5 cm. Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, Madrid.
El arte del futurismo y el expresionismo muestran crasamente el estado del espíritu de la época respecto al desfallecimiento de las esperanzas de los movimientos comunistas (Arato & Breines, 1986, p. 148). En este contexto de guerra, el artista Georg Grosz brindaba su apoyo a editoriales que realizaban colecciones de obras “revolucionarias” como Historia y consciencia de clase de Lukács (escrita en 1923) y Marxismo y filosofía de Karl Korsch (Hobsbawn, 2000). El artista John Heartfield también inició su carrera como pintor expresando en sus cuadros, respecto al ambiente de posguerra e inicios de la Segunda Guerra Mundial, un humor negro propio de los grandes artistas de la guerra. La crítica y el humor negro de Heartfield, combinado con el expresionismo y el futurismo que representaba distopías de la humanidad son representantes dignos de este período.
Heartfield, John. (1933) Das Kreuz war noch nich schwer genug [La cruz aún no pesaba bastante]
También podríamos realizar una síntesis de las corrientes filosóficas-literarias más importantes de la siguiente manera: la fenomenología de Husserl y el existencialismo de filósofos como Jean-Paul Sartre consolidaron toda una nueva reflexión filosófica respecto a los desastres de la Primera y Segunda Guerra Mundial. Encontramos el auge y la consolidación del proyecto de la hermenéutica como reflexión filosófica. La cuestión de la modernidad instrumental se nutre de cada uno de estos elementos y, sin embargo, podría decirse que la crítica al capitalismo moderno de la Escuela de Frankfurt está signada en parte por un romanticismo anticapitalista, relacionado con el desarrollo de una conciencia trágica como consecuencia de un rápido desarrollo en las organizaciones sociales y de la industria (Arato & Breines, 1986, p. 150). Más eso no quita el gran esfuerzo de intelectuales que, como Adorno, veían en ello una oportunidad para realizar análisis que desembocaran en nuevos órdenes que no necesariamente debían ser, en su definición clásica, utopías.
Referencias bibliográficas
Adorno, Theodor. (2003). El ensayo como forma. En: Notas sobre literatura [Obras completas, 11]. Madrid: Ed. Akal.
Arato. Andrew & Breines. Paul. (1986). El joven Lukács y los orígenes del marxismo occidental. México: Fondo de Cultura Económica.
Castañeda, F., Fernández, J., Jacobsohn, H., Muñoz, G., & Rengifo, B. (1996). La Escuela de Frankfurt. En: Norma. Gran Enciclopedia Temática. (lX, pp. 72-76). Colombia: Norma.
Hobsbawn, Eric. (2000). Revolucionarios. España: Ed. Crítica.
Löwy, Michael. (1978). Para una sociología de los intelectuales revolucionarios. La evolución política de Lukács 1909-1929. México: Siglo veintiuno editores.
Mommsen, Wolfgang. (1987). La época del imperialismo: Europa 1885 – 1918. México: Siglo Veintiuno Editores.
Mommsen, Wolfgang. (1987). La época del imperialismo: Europa 1885 – 1918. México: Siglo Veintiuno Editores.
Oliveras, Elena. (2004). Estética. La cuestión del arte. Buenos Aires: Ariel.
Wiggershaus, Rolf. (2009). La Escuela de Fráncfort. México: Fondo de cultura económica.
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