lunes, 23 de octubre de 2017

Reseña de la obra La esencia de la filosofía, escrita por Wilhelm Dilthey


Lo primero que debemos resaltar de esta obra, escrita en 1907, es que la idea misma de la esencia de la filosofía es un contenido general unitario que permite dar cuenta de su definición a través de su propia historia. Sin embargo, al abordar esta cuestión surgen una serie de problemas, y es que la filosofía contiene en sí múltiples definiciones respecto a cada una de las situaciones históricas concretas, lo que da a pensar que no existe una sola filosofía sino concepciones de la misma; así pues, la historia de la filosofía carecería de aquella unidad buscada y por lo tanto no habría una definición conceptual unitaria; son estos problemas a los que se enfrenta Dilthey. El propósito del autor corresponde, en la primera parte de la obra, al realce de ciertas definiciones de la filosofía y, sobre todo, al señalamiento de los hechos históricos como productores de la génesis misma de dichos esclarecimientos.

(Wilhelm Dilthey: 1833-1911)

De esta manera, el autor llega a la concreción de la existencia de una conexión entre la historia y la vida de los filósofos, es decir, muestra la correlación de vivencias y experiencias propias a la par de la creación de conceptos; es aquí donde entra en juego el papel de la comprensión como método de análisis de la realidad histórica para entender la realidad compleja empírica, siendo que ésta conlleva al verdadero conocimiento de las ciencias del espíritu. Dilthey escribe que debe indagarse sobre la esencia de los objetos de la realidad para luego contrastarlos con la representación objetiva que se han hecho de ellos; en este sentido se debe prestar especial atención a la afinidad de los hechos particulares y sus vinculaciones con la producción de las ideas mismas en la filosofía, idea que tiene como función el realizar conexiones entre el individuo y sociedad.

Dilthey llega al establecimiento de una conexión histórica con el conocimiento filosófico. Así pues, inicia un recorrido histórico que parte de Grecia, mencionando autores como Heródoto, Heráclito, Sócrates y Platón, los cuales cuentan, para el autor, entre los primeros en tomar conciencia de lo que se conocerá como la idea del filosofar, encontrando en ellos la necesidad de reflexionar sobre todo lo que observaban, sobre los oficios, la actividad política, etc., por lo cual, en este contexto, la filosofía se convierte en elevación de toda actividad humana a la conciencia reflexiva. 

Esta idea tiene gran influencia sobre Aristóteles, quien buscará el conocimiento por medio del saber mismo, así, la filosofía podría abarcar todas las demás ciencias y disciplinas, convirtiéndose en un saber general. Dilthey revisa las formas que ha adoptado la filosofía a lo largo de su extensa historia, a la vez que delimita y concretiza definiciones y elementos de la metafísica como fundamentos de las explicaciones del mundo. De allí damos grandes saltos hasta llegar a su reseña sobre las críticas al conocimiento realizas por los empiristas ingleses, las cuales desembocan en los planteamientos de Immanuel Kant. Allí, la filosofía se convierte en una reflexión que surge del sujeto, dejando de lado aquellas reflexiones sobre la naturaleza que habíamos encontrado en la filosofía griega clásica. 

La cuestión aparece de igual forma en lo referido a los límites del conocimiento humano; así, la filosofía se expresa en sistemas cerrados, lo que conlleva a una manera de exposición dentro de la cual deben integrarse todos estos conocimientos, como por ejemplo en la Enciclopedia o filosofía enciclopédica de autores como D’Alambert y Condorcet. El positivismo de las ciencias y la sistematización del conocimiento conducirán a una objetividad en la inmanencia del mundo que constituirá una manera de antimetafísica; el espíritu positivo constituye un nuevo paradigma en la historia del pensamiento. Dilthey llega a la conclusión de que el indagar la esencia de la filosofía conlleva necesariamente a una sistematización de la historia, a los entramados de una conciencia individual y de una conciencia histórica singular. Se sigue de ello que la filosofía mantiene una constante relación con las otras ramas del saber y del arte como la poesía y la literatura, además de ser siempre análoga en su desarrollo con la religión. Lo importante es ver cómo el autor construye un método que pueda acercarnos a los valores y reglas de la vida de los sujetos, lo cual se constituye en la historia misma de la filosofía.


La segunda parte de la obra de Dilthey es un análisis referido a lo vivido como función en la vida anímica de cada persona, en las estructuras psíquicas individuales que median la experiencia de vida y el mundo exterior; las vivencias llenan nuestra existencia, y en este sentido -escribe el autor- somos movidos por impulsos y sentimientos. Si cada hombre está estructurado de la misma forma, la sociedad estará estructurada en regularidades de la vida social que podemos encontrar en la historia, esto es, la finalidad del ámbito subjetivo de los individuos se expresa en la historia. La relación que mantiene la filosofía con la poesía y la religión tiene que ver con que a ellas interesa el enigma del mundo, produciendo interpretaciones de la totalidad de la vida que rodea a los individuos, entrando en relación cuando se construye una visión universal del mundo (de la vida como continuo de experiencias) brindando una explicación de los eventos exteriores que se nos presentan para formar una comprensión de la vida a través de una intuición enlazada con la poesía y la religión, allí es precisamente donde ese desenvuelve la esencia de la filosofía misma. Aquí el autor se detiene en la explicación acerca de las relaciones que se pueden establecer entre la función de la filosofía respecto a la religión y luego respecto a la poesía, para concluir con el tema de la universalización de una concepción filosófica del mundo. 

La estructura de la concepción del mundo desde la filosofía, a diferencia de la religiosa -escribe Dilthey-, es objetiva y universalmente válida, ésta busca “reformar” la vida misma. Así pues, hay distintos tipos de concepción del mundo desde la filosofía, ello basado en la evolución misma de las reflexiones filosóficas; en cada una de ellas encontramos unidad y análisis objetivamente válidos para construir visiones sobre la vida, consolidando lo que conocemos como metafísica. La filosofía mantiene, pues, una relación con la realidad práctica en la que se encuentra, con los saberes y con la ciencia en cuanto sistematizadora del saber. Para Dilthey, estas concepciones de la filosofía se hallan reunidas en lo que es la unidad propia del saber y de la reflexión filosófica.

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