También el heleno (Sócrates) distinguió la “enseñanza” profesional y la propaganda gratuita de las ideas.
Max Weber.
La concepción de Immanuel Kant sobre lo que debía
considerarse filosofía, por una parte, y de quienes la mantienen viva, los
filósofos, por la otra, no podría ser más acertada para la construcción de un
diagnóstico de nuestro tiempo. Primero, porque sus definiciones se adecuan a la
labor de los intelectuales, en tanto brinda claridad conceptual sobre cómo
proceder y comprender, no solo nuestra profesión, nuestra actividad
personal, sino también el esquivo campo de la reflexión filosófica. En la Crítica de la razón pura, Kant escribe que todo saber racional se fundamenta, o bien en los conceptos, o bien en la
construcción de los mismos (Kant, 2015, p. 650). Así pues, la filosofía se
transforma en un conocimiento racional constituido por conceptualizaciones,
siendo, por consiguiente, que los filósofos sean investigadores de conceptos
(p. 450). Kant llama al matemático, al naturalista y al lógico artistas de la razón, pues operan con la construcción racional de conceptos; sin embargo, y a riesgo de caer en un
equívoco, consideramos que la palabra artista
puede ser más adecuada si se entiende como artesano.
Antonio Canova, Psique reanimada por el beso del amor. Louvre Museum. Foto: Ricardo André Frantz.
Kant sostiene que un conocimiento filosófico objetivo puede
ser tomado como subjetivo en tanto es histórico, empero, y aquí Kant realiza
una crítica al modo de aprendizaje de los estudiantes (en cuanto se estancan en
el estudio de una escuela filosófica específica y no salen de ella, al igual
que profesores inmersos en la lógica de la especialización del saber). Tal
crítica radica en que no solo debemos aprender la filosofía a través de un
saber histórico, sino que lo crucial está en aprender a filosofar.
Se aprende a filosofar en tanto puede realizarse un proceso de
reflexión y análisis que surja de la razón misma; por ello es imposible hacerlo
por medio de un estudio histórico de la disciplina. Ahora bien, si la filosofía
se refiere a su conformación como saber histórico, ésta se convierte en un
sistema de conocimientos filosóficos, casi siempre dispar y contradictorio. En
este sentido, la filosofía se toma como un saber objetivamente válido, en tanto
reúne condiciones y reflexiones sobre el mundo y el conocimiento, busca
respuestas a qué es lo que debemos y podemos conocer. Tales planteamientos desembocarán
en las preguntas formuladas en su texto ¿Qué
es la Ilustración?
Antonio Canova, Maddalena penitente. Fuente: Own Work. Wikicommons.
Kant escribe: “Sólo se puede
aprender a filosofar, es decir, a ejercitar el talento de la razón siguiendo
sus principios generales en ciertos ensayos existentes, pero siempre salvando
el derecho de la razón a examinar esos principios en sus propias fuentes y a
refrendarlos o rechazarlos.” (p. 650); así es como entendemos que existe el
concepto de filosofía como escuela.
Sin embargo, la filosofía también se puede definir en otro sentido, y este es,
según Kant, en el plano de lo cósmico (no entendido como el estudio de la cosmología o el universo, sino como algo que interesa a todos):
Desde este punto de vista, la filosofía es la ciencia de la relación de todos los conocimientos con los fines esenciales de la razón humana (…) y el filósofo es un legislador de esa misma razón, no un artista de ella. En tal sentido demostraría gran arrogancia el llamarse a sí mismo filósofo y pretender igualarse a un prototipo que sólo se halla en la idea (p. 651).
De esto sacamos dos conclusiones preliminares: 1. El
filósofo no es un artista de la razón, como lo es un matemático o naturalista,
sino que regula la misma razón, legislándola.
2. El filósofo es una idea; esto recuerda a la posterior metodología establecida por Max
Weber respecto a los tipos de ideales, es decir, la construcción de formas
objetivas para un detallado análisis de la realidad que no pretenda confundir
los conceptos con la realidad investigada. A nuestro parecer, la idea del filósofo en Kant se comporta de esta
manera, como un tipo ideal. De esta
manera, la idea de un maestro que une los diversos conocimientos se convierte en
la concepción del filósofo, en su labor de fortalecer la misma razón humana. La
obsolescencia de las especialidades es abatida por la reflexión del maestro. El fin de la filosofía que estudia el destino del hombre
recibe el nombre de moral, o filosofía moral:
La superioridad de la filosofía moral frente a cualquier otra aspiración racional explica que también los antiguos siempre entendieran por <<filósofo>>, de modo especial, al moralista, e incluso en la actualidad se sigue llamando filósofo, por cierta analogía, a quien muestra exteriormente autodominio mediante la razón, a pesar de su limitado saber (p. 652).
Pareciese que el objetivo de la reflexión filosófica es el
ser humano. Sin embargo, para Kant, esto no es lo central, pues,
específicamente, la filosofía posee dos objetos de estudio: la naturaleza y la
libertad. La labor de Kant en su Crítica
de la razón pura se convierte en la búsqueda de leyes de la naturaleza y de
la libertad, encarnada en la moral. Su primer objetivo trata sobre lo que, en
el plano de la libertad, es, mientras
que en el segundo lo que debe ser. Con
esta categorización podemos dejar de lado las reducciones de pensamiento que
sostienen que la filosofía estudia solamente el deber ser.
Antonio Canova, Theseus centaur (1819). Fuente: Wikicommons.
A pesar de esta diferenciación que la razón nos permite
entender, hay un factor común que debe tenerse en cuenta, y es que toda
filosofía, según Kant, parte de un principio de la razón pura o de principios
empíricos. Kant sostiene que el primer tipo de filosofía recibe el nombre
de filosofía pura, mientras que el
segundo el nombre de filosofía empírica.
La filosofía pura es crítica, investiga nuestra propia capacidad de
razonamiento (o de su sistema representado en la ciencia) y también la metafísica, labor nada sencilla que desarrolla en toda su obra. De esta manera, la filosofía permite preguntarnos si
hay un inicio del mundo, si somos
libres en las acciones, cómo podemos conocer, etc., en tanto la matemática, por
ejemplo, no podría responder a ello por sus limitaciones, destinada a ser una artista
de la razón. Kant escribe:
Con respecto al objeto de todos nuestros conocimientos de razón, algunos filósofos han sido meramente sensualistas: otros, meramente intelectualistas. Podemos llamar a Epicuro el más destacado filósofo de la sensibilidad y a Platón, el más destacado del intelectualismo. (…) Los del primer grupo sostenían que sólo en los objetos de los sentidos hay realidad y que todo lo demás era producto de la imaginación; los del segundo grupo afirmaban, por el contrario, que en los sentidos no hay más que ilusión y que sólo el entendimiento conoce lo verdadero (p. 660)
No es de extrañar, para nosotros, conocer estas divisiones
de la tradición filosófica de Occidente, que permitió, entre muchas otras
corrientes, la creación de insondables sistemas filosóficos. Nuestra exposición
promueve el entendimiento sobre la visión que Kant mantenía de su ejercicio intelectual
como filósofo. Cada uno de los elementos detallados permite cortar ambigüedades
y conocer lo que se entiende por filosofía y por filósofo en una actualidad que,
por lo demás, hace de uno de sus atributos centrales la falta de definiciones.
Referencias bibliográficas
Kant, I. (2015). Crítica
de la razón pura. España, Ed. Taurus.
Weber, M. (2014). Economía y sociedad. México, Fondo de
Cultura Económica.
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