miércoles, 31 de enero de 2018

Sobre Vita Brevis


Vita Brevis es una obra escrita por el filósofo noruego Jostein Gaarder y publicada en el año 1996, en la que afirma que su contenido es una carta legítima escrita por Flora Emilia, concubina, mujer y madre de Adeodato, hijo de San Agustín. Pese a la posibilidad de que no sea una autentica, Gaarder escribe: “A mí no me cabe duda de que la carta es auténtica y de que, al fin y al cabo, tiene que tener su origen en la que durante muchos días fue la concubina de Agustín.” (Gaarder, 1996, p. 12).

 Jostein Gaarder (Nacido en 1952). Reconocido por su novela El mundo de sofía.

La carta surge como una respuesta de Flora Emilia a San Agustín luego de haber leído el libro de las Confesiones. Obra en la cual San Agustín narra lo que llama sus pecados al mismo tiempo que expresa alabanzas a la naturaleza divina de Dios. No solo se trata de una carta de carácter personal, sino también de un escrito de interés filosófico al ser una argumentación crítica del pensamiento de Flora Emilia respecto a la filosofía teológica de San Agustín. El texto organizado por Gaarder cuenta con diez capítulos en los que Flora Emilia narra su descontento por cada una de las afirmaciones, recuerdos y reflexiones de San Agustín.

Entre los desacuerdos que Flora Emilia narra en Vita Brevis podemos encontrar que, al momento de leer las Confesiones, ella resalta que San Agustín omite información sobre la relación que había entre ellos. Al omitirla, ella afirma que siente celos del abandono que experimentó por parte de San Agustín, el cual, en un primer momento, fue alejado de ella por Santa Mónica, y, en un segundo momento, por la filosofía, para finalmente revelarse, recelosa, contra la continencia del mismo. Se manifiesta en contra de la visión teológica de San Agustín y del clero de la época, en especial de la idea de un Dios castigador que sacrifica y censura.

Respecto a su relación con San Agustín, Emilia siempre le manifiesta, al punto de intentar convencerlo, que el amor que hubo entre ellos, sensual, erótico y profundo, no era pecado, impuro ni mucho menos una ofensa a Dios. Si Dios ha dado el amor y las pasiones, ha sido para unir hombres y mujeres. Flora Emilia deja en evidencia la disputa de la iglesia respecto al amor, resaltando cómo las mujeres eran consideradas un obstáculo entre el hombre y Dios. Es notoria la lucha entre el amor a una mujer y el amor a Dios, del cual, para ella, San Agustín eligió el segundo. Lanza críticas a la inmensa represión que tenía la religión sobre las pasiones, carnales y no carnales, a las que San Agustín siempre se refiere con tono de vergüenza, arrepentimiento y autoflagelación; además de los sentimientos humanos de amar y ser amado, de lo cual San Agustín también se arrepintió




Flora Emilia dedicó gran parte de su tiempo post-partida de San Agustín a instruirse. Le manifiesta al inicio de la carta que su separación no fue dada ni causada por ellos mismos, sino que fue siempre provocada por un externo. Primero fue la madre de San Agustín, luego la filosofía, la teología, la espiritualidad, Dios y, finalmente, la continencia. Citamos textualmente:


Desde que volví de Milán, hace ahora casi quince años, he estado siguiendo tus pasos. Aunque sería más acertado decir que he vuelto a recorrer nuestros viejos senderos de Cartago. Leí todo cuanto encontré sobre filosofía porque necesitaba averiguar qué había en esta disciplina, capaz de separar a unos amantes. Si te hubieras entregado a otra mujer, también habría deseado conocerla. Pero mi rival no era otra mujer a la que poder mirar con los ojos, sino un principio filosófico. Para entenderte mejor recorrí un trecho del camino que tú ya habías andado, ése es el motivo por el cual comencé a cultivar esta ciencia. Mi rival no era sólo mi rival. Era la rival de todas las mujeres, era el ángel de la muerte del amor (Gaarder, 1996, p. 25). 

A raíz de la ardiente locura con la cual Flora Emilia narra a San Agustín sus memorias y opiniones sobre su relación, sobre el libro las Confesiones, de Dios y la iglesia, Gaarder dice que la carta estuvo oculta, negando su autenticidad y de incluso negar que aquella relación y ese hijo hubiesen existido. La existencia de Flora Emilia significa al catolicismo duras críticas, como, por ejemplo: ¿Por qué las mujeres están en segundo plano? ¿Por qué las mujeres no pueden acceder al sacerdocio? ¿Por qué San Agustín rechaza su vida anterior? o ¿Por qué San Agustín consideraba su vida anterior pecaminosa?

Esta y muchas otras son las preguntas que quedan en el tintero, y surgían así porque Flora Emilia deja en entredicho las ideas de la vida eterna de San Agustín, para lo cual sobrepone el vita brevis, que traduce la vida es corta; con esta frase que él una vez le dijo, ella recuerda el día en que, llevado por sus pasiones, acarició su cabello y, como un sello sobre su cuerpo, le significó la plenitud de estar junto a ella, con su disposición y rendición. A Flora Emilia no solo le duele que Agustín no sea capaz de recordar tales emociones, sino que tampoco recuerde los momentos juntos y con Adeodato, al que San Agustín llamó en sus confesiones como el niño que fue fruto de mi pecado carnal. A Flora Emilia le espanta pensar que San Agustín sea capaz de usar ese acontecimiento como un alivio para purificar su alma del pecado.


Referencias bibliográficas. 


Gaarder, Jostein. (1996). Vita brevis. Biblioteca Gaarder. Ediciones Siruela.

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