La filosofía de los sofistas representa una considerable innovación en el pensamiento del siglo V a. de C., pues aportan ideas que difieren a las precedentes; su doctrina introduce las preocupaciones antropológicas, en tanto las anteriores habían abordado problemas naturalistas, físicos y mecánicos. Los sofistas nacen en un periodo ascendente para la democracia de Atenas, en donde la política ocupaba un estatus privilegiado, considerada incluso un arte que iba emparentado con la oratoria, con el saber de la persuasión. Los problemas antropológicos surgen en medio de la sensación de un declive de la razón humana, mientras que la filosofía de Parménides y Heráclito se encontró victima de una fuerte relativización.
La filosofía anterior había respondido a la pregunta por la naturaleza y principio de las cosas. Naturalismo, matematisismo, metafísica, materialismo, fisicismo y mecanicistas. Debido a que el origen de todas las cosas era atribuido a un principio natural, variado, movible, infijo, no se esperaban respuestas precisas de la razón humana, y su capacidad para solucionar problemas se puso en duda, de tal manera que nace el escepticismo, la concepción de que la verdad absoluta no existía sino tan solo las verdades relativas, de ese modo, el propio ser humano, como sujeto que conoce el mundo, se iba convirtiendo en el punto de partida de los estudios, su razón y su capacidad de conocer eran ahora objeto de análisis.
Los sofistas contaban, en parte, con una mala reputación; ser sofista significaba cobrar por transmitir conocimientos. Su impopularidad no era en vano, en su lugar, era resultado de la misma fama de la política como la mejor ocupación de la época; la educación se hacía importante, el ser humano debía llevar al máximo su intelectualidad. Nuevamente la oratoria era parte crucial, y los padres querían educar a sus hijos en el arte de la persuasión, de ese modo alcanzarían la aceptación de la polis hacia sus hijos; el discurso político era entonces un medio para obtener agrado de la ciudadanía, permitiendo posicionar cargos públicos.
Nace aproximadamente en el año 444 a. de C. (en otros informes entre el 444-440 a.C.); se dice que muere a la edad de 70 años. Con Protágoras aún permanece la idea de que el universo se encuentra por entero regido y controlado por un flujo incesante, continuo, permanente, pero, dentro de los efectos de este flujo, el mundo y el ser humano no se encuentran sometidos al cambio continuo producido por el inquietante flujo y reflujo de las partículas.
La idea de la guerra de contrarios, por oposición y/o por contradicción, se encuentra condensada en el pensamiento de este filósofo, alcanzando el grado de principio mediante el cual se puede explicar la realidad. Se afirmaba que el hombre era la medida de todas las cosas, y con esta idea se defendía la validez de los sentidos para conocer la verdad. El valor relativo de dicha verdad, además del convencimiento con el que se aprendía en esa época, hacían que la verdad fuese algo condicionado y aprendido.
Giorgias
La filosofía anterior había respondido a la pregunta por la naturaleza y principio de las cosas. Naturalismo, matematisismo, metafísica, materialismo, fisicismo y mecanicistas. Debido a que el origen de todas las cosas era atribuido a un principio natural, variado, movible, infijo, no se esperaban respuestas precisas de la razón humana, y su capacidad para solucionar problemas se puso en duda, de tal manera que nace el escepticismo, la concepción de que la verdad absoluta no existía sino tan solo las verdades relativas, de ese modo, el propio ser humano, como sujeto que conoce el mundo, se iba convirtiendo en el punto de partida de los estudios, su razón y su capacidad de conocer eran ahora objeto de análisis.
Los sofistas contaban, en parte, con una mala reputación; ser sofista significaba cobrar por transmitir conocimientos. Su impopularidad no era en vano, en su lugar, era resultado de la misma fama de la política como la mejor ocupación de la época; la educación se hacía importante, el ser humano debía llevar al máximo su intelectualidad. Nuevamente la oratoria era parte crucial, y los padres querían educar a sus hijos en el arte de la persuasión, de ese modo alcanzarían la aceptación de la polis hacia sus hijos; el discurso político era entonces un medio para obtener agrado de la ciudadanía, permitiendo posicionar cargos públicos.
Protágoras
Salvator Rosa, Demócrite et Protágoras, 1643-1644. Fuente: wikicommons.
Nace aproximadamente en el año 444 a. de C. (en otros informes entre el 444-440 a.C.); se dice que muere a la edad de 70 años. Con Protágoras aún permanece la idea de que el universo se encuentra por entero regido y controlado por un flujo incesante, continuo, permanente, pero, dentro de los efectos de este flujo, el mundo y el ser humano no se encuentran sometidos al cambio continuo producido por el inquietante flujo y reflujo de las partículas.
La idea de la guerra de contrarios, por oposición y/o por contradicción, se encuentra condensada en el pensamiento de este filósofo, alcanzando el grado de principio mediante el cual se puede explicar la realidad. Se afirmaba que el hombre era la medida de todas las cosas, y con esta idea se defendía la validez de los sentidos para conocer la verdad. El valor relativo de dicha verdad, además del convencimiento con el que se aprendía en esa época, hacían que la verdad fuese algo condicionado y aprendido.
Giorgias
Nace en el año 484 a.C., muere a la edad de 109 años. En contraste con Protágoras, Giorgias fue el sofista cuya postura fue la más radical, en especial con respecto a sus afirmaciones: a) Nada existe; b) si algo existe no es conocible por el hombre; c) si es cognoscible, es incomunicable (Orozco, p. 51, 1994), las cuales dejan en evidencia el grado de su escepticismo respecto a la posibilidad del conocimiento, creando una sentencia sobre el filósofo: la condena a la doxa común; no existe nada más que la opinión. Otra limitación enfrenta la razón con el conocimiento, se trata de la imposibilidad que tiene el hombre de estar seguro de lo que conoce, y de su ingenuidad respecto a lo que sabe. De tal modo que la inseguridad sobre la verdad se asume como ausencia de ésta.
Abbagnano, N. (1973). Historia de la filosofía. Barcelona: Ed. Montaner.
Orozco, Á. (1994). El saber filosófico. Barranquilla: Ed. Cultura Caribe.
Referencias bibliográficas
Abbagnano, N. (1973). Historia de la filosofía. Barcelona: Ed. Montaner.
Orozco, Á. (1994). El saber filosófico. Barranquilla: Ed. Cultura Caribe.
Me encanta haber encontrado vuestro blog, estoy deseando leer más y más entradas. ¡Enhorabuena!
ResponderBorrarHola Victoria, un gusto leer tu comentario. Pronto estaremos publicando nuevas entradas, esta vez con un ciclo sobre filosofía del lenguaje.
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