Para Bertrand Russell una persona cristiana es aquella que encamina las acciones de su vida a la
realización de un estado de decencia atribuido al Dios cristiano. De esta forma, en su texto ¿Por qué no soy cristiano?, el autor escribe que tal
estado necesita de dos elementos esenciales por los cuales se puede decir que alguien es cristiano. En primer lugar, se debe ser dogmático y estar seguro de la
inmortalidad, queriendo aspirar a ella en el más allá. En segundo lugar, supone la aceptación de la idea
de que Cristo, como figura historia y
religiosa, es la perfección y el ideal de hombre. Así, para el autor, todo
humano que no acepte estas dos prerrogativas no puede considerarse cristiano.
En el primer capítulo de su libro (1979), Bertrand Russell expone una serie de razones por las cuales no se
adhiere a la doctrina cristiana, explicando los aspectos que considera
pautas evidentes por medio de las cuales opera el cristianismo y del cómo puede ser
entendido filosóficamente a partir de sus razonamientos. Afirma, en primer
lugar, que la iglesia, como dogma, argumenta la existencia de Dios mediante
pruebas de la razón, las cuales se basan en planteamientos que Bertrand va descifrando para mostrar sus grandes falencias y, a partir de ahí, fundamentar su no-cristianismo.
Fotografía de Bertrand Russell en 1924. Fuente: Wikicommons.
El primer argumento es el de la
primera causa, el cual explica que todo cuanto vemos en el mundo tiene
una causa primera. La falacia radica en que tal argumento es perfectamente útil
para cuestionar la causa tanto del humano, al que se atribuye Dios como
causa, como a su vez la causa de Dios y del mundo. El segundo argumento, el de la ley
natural, no da respuesta de la causa de Dios, afirmando que hay cosas que
surgen por una ley natural igualitaria a los convencionalismos humanos; en otras palabras, nadie
le dice a Dios cómo ser. Otro argumento es el del plan, donde se afirma que las cosas en el
mundo están hechas por una razón, de modo que está dado para que todos
puedan vivir en él y las criaturas se adaptan al medio. El argumento de la
moral deidad afirma que es necesario que Dios exista, pues de lo contrario no
habría bien ni mal. Un último argumento es el del remedio, es decir, el de la injusticia que apunta a que Dios, pues así como hace posible el bien y el mal, también tiene la existencia para traer la
justicia en medio del caos.
De esta forma, las críticas de Bertrand Russell se
pueden enumerar de la siguiente manera:
1. La
verdadera razón por la que la gente cree en Dios es por un condicionamiento adquirido desde la infancia.
2. El
ser humano se siente necesitado, durante el desarrollo de su vida, a la
sensación de protección y seguridad.
3. El
argumento del perdón de Cristo no es auténtico, pues había sido empleado por
Lao-tsé y Buda alrededor de 500 o 600 años antes de su aparición.
4. Las
enseñanzas de Cristo, aún cuando parezcan muy hermosas, ni el más cristiano las
pone en práctica.
5. La
existencia de Cristo aún se pone en duda.
6. La
promesa de su regreso no ha sido cumplida y fue una equivocación del mismo
Cristo al estar seguro de ello.
7. En
el momento en que Cristo concibe el infierno como castigo, muestra una
conciencia del mal, de la venganza y del castigo, lo que da pie a afirmar que
el cristianismo es la doctrina de la crueldad.
8. Los
hombres no hacen uso de sus facultades intelectuales para aceptar a Dios, están más bien
gravitados por sus necesidades emocionales.
9. Las
necesidades emocionales que la religión satisface permiten alienar a una
sociedad mediante prácticas religiosas.
10. La
idea de progreso intelectual tiene su más grande factor de retraso gracias a la
religión.
11. La
idea del paraíso feliz es una promesa, el hombre ofrece su presente a cambio
de un futuro bienaventurado. Postergan su felicidad a cambio de un presente invadido por el miedo, la angustia y el
castigo por los instintos biológicos.
12. Por medio del cristianismo, la crueldad y el miedo van de la mano.
Ante
estos aspectos negativos del cristianismo, Bertrand Russell expresa que la
solución es el conocimiento científico, pues es el camino a la emancipación por la que tanto aboga. El mundo debe ser
aceptado tal cual es y no debe tener una atopia religiosa. En definitiva, el hombre debe hacer buen uso
de su inteligencia.
Referencias bibliográficas
Russell, Bertrand. (1979). ¿Por qué no soy cristiano? España: Ed. Hispano Americana, S.A.
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