lunes, 9 de octubre de 2017

La hermenéutica como herramienta de reconstrucción histórica del espíritu de la época


Si hay un punto de encuentro en las consideraciones referidas a la concepción metodológica de la hermenéutica, éste ha de ser la idea de la reconstrucción y deconstrucción de vivencias y singularidades de los sujetos en el curso de la historia. Aquí nos detendremos en el primer aspecto, a saber, la vuelta a la construcción de un contexto específico. Vale decir que para nuestro objetivo la ésta no se enmarcará en la comprensión de una obra escrita por un autor específico, sino en la comprensión de la vida misma, tal como sostiene Wilhelm Dilthey en sus escritos fundacionales del proyecto de la hermenéutica (sin olvidar la importancia que tuvo Friedrich Schleiermacher), considerada un método especializado de las ciencias sociales.

Dilthey hace una crítica a cómo se concebía el conocimiento histórico precedente, lo que incluye denominaciones encarnadas en la historiografía, en la filosofía de la historia, en las ciencias de la moral e incluso en la sociología como saber general de la sociedad. Sostuvo que los productos de estas denominaciones eran estrechos para captar la magnitud de los acontecimientos históricos y su relación con el presente y la filosofía. Se debía entonces conformar, pues, una conciencia de sí mismo que pudiera ayudar a superar tales limitaciones del conocimiento histórico, constituyendo así la conciencia histórica. Los análisis históricos precedentes se habían fundamentado en cosmovisiones que concebían la historia como un continuo de etapas; por el contrario, la formulación de Dilthey permitía entrever elementos no descubiertos en tanto la plasticidad y fluidez del estudio de la historia.


Friedrich Schleiermacher (1768-1834)

Es cierto que, en determinados momentos, a la hermenéutica se le atribuye el apellido de reconstructiva; pues toda hermenéutica es en su esencia, o al menos supone, una re-construcción de un contexto particular, sea éste el de una obra o el de una vida como unidad expresada en su biografía. El espíritu de la época es aquello que nos permite dar cuenta del entorno sobre el cual giraban las reflexiones filosóficas de un contexto histórico. ¿Cuál es la importancia de englobar bajo tal categoría las experiencias y la producción intelectual de distintos autores en un período específico de la historia? La respuesta tiene que ver con su utilización como una herramienta para el método de exposición y organización de corrientes intelectuales que engloban no solo sus escritos sino también el arte, la política, la economía, la estética, entre muchos otros.

El espíritu de la época permite escapar de encuadres, pues concibe una gama de elementos constitutivos de la realidad-histórica desde las que podemos acceder a partir de múltiples perspectivas; funge como una herramienta para el manejo de los datos históricos y de sus conexiones con el desarrollo de la filosofía y las ciencias. Vale la pena hacer la salvedad que nos referimos a la realidad-histórica en cuanto consecuencia y antecedente de cúmulos de conocimientos que permiten entender las dinámicas de acción de los sujetos en un determinado período de la historia. 


Así, por ejemplo, las obras de Dilthey quedan delimitadas en la inmediatez de su producción -sólo metodológicamente- incluso aún con la importancia y trascendencia que han tenido para el campo de las ciencias sociales. La conexión que puede trazar la hermenéutica desde múltiples ángulos permite desenmarañar la aparente contradicción de postulados de la época, y en la medida que va descifrando los hilos conductores se muestra la verdadera composición de las relaciones entre sujetos y cosas, individuos y ámbitos más amplios. No se trata de fundamentar la hermenéutica como descifradora de los más inextricables laberintos de sujetos interactuando en la historia, sino considerarla una de las herramientas más apta para dar profundidad a los análisis filosóficos.

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