A modo de recopilar aquellos acontecimientos y aspectos específicos que dan lugar al proceso histórico con el que tiene lugar la Edad Media, esta entrada se propone reunir, en resumidas cuentas, detalles que amplíen en pequeñas dosis los temas abordados en este ciclo sobre filosofía medieval y filosofía de la religión. En especial, teniendo en cuenta lo abordado, es decir, la filosofía escolástica, la filosofía cristiana, etc., como un todo que no está aislado de procesos de índole económica y política, pues está claro que entendemos cada periodo de la historia en relación con estos aspectos, y, del mismo modo, el todo contextual en relación a los desarrollos filosóficos.
Hoy por hoy se puede decir que la cultura, el arte, la ciencia y la filosofía grecorromana, se mantiene impresa en gran medida en las producciones intelectuales de nuestra época. Bien sea porque en gran parte de las civilizaciones actuales no se practica la religión politeísta, y porque la estructura religiosa se encuentra fuertemente influenciada por la triada conformada por judaísmo, cristianismo e islamismo, cuyo fundamento se encuentra en la creencia de un libro sagrado, bien sea el Antiguo testamento, el Nuevo testamento o el Corán. Como hemos mostrado en entradas precedentes, los principales planteamientos religiosos y filosóficos de la Edad Media estaban guiados por la búsqueda de relaciones entre fe y razón.
Con el nombre de Padres de la iglesia se designaba a los primeros teólogos del cristianismo que buscaron universalizar el mensaje cristiano, apoyándose no solo en el evangelio, sino también en la filosofía griega, buscando el modo de unificar ambas doctrinas en pro de una: el cristianismo. Sus escritos se fundamentan en las máximas eclesiásticas y en las decisiones de los concilios de la iglesia. Ellos facilitaron un conjunto doctrinal articulado de enseñanza cristiana para que los mensajes pudieran ser difundidos por todos los rincones del Imperio Romano. Los primeros cuatro padres de la iglesia de Occidente fueron San Ambrosio, San Agustín de Hipona, el papa San Gregorio y San Jerónimo. Cuatro también eran los padres de la iglesia de Oriente: San Atanasio, San Basilio, San Juan Crisóstomo y San Gregorio Nacianceno. Por último, los primeros padres Orientales fueron Clemente de Alejandría, San Justino Mártir y Orígenes.
Dentro del Imperio Romano, y como secta judía, la iglesia cristiana primitiva compartió la misma categoría que tenía el judaísmo; así, al cristianismo se le consideraba rival de la religión imperial romana. La lealtad que los cristianos mostraban a su señor era irreconciliable con la veneración que existía hacia el emperador como deidad, y emperadores como Trojano y Marco Aurelio, que estaban comprometidos profundamente con mantener la unidad ideológica del Imperio, veían en los cristianos una amenaza para sus propósitos; fueron ellos quienes decidieron poner fin a la amenaza con las persecuciones bárbaras que iniciaron a mitad del siglo I y concluyeron en el siglo IV. En vista de la amenaza que representaban los cristianos, considerados como rebeldes políticos y con una doctrina que no era respetada por significar un absurdo. Las frecuentes reuniones a escondidas generaban sospechas, al punto de que fueron asumidas como tentativas de desorden moral, de infanticidio y antropofagia. Una de las acusaciones de índole política en contra de los cristianos fue el incendio a Roma, en el año 64 d.c. Las persecuciones tuvieron lugar a raíz de que los cristianos no rendían culto al emperador, cuya consecuencia máxima llegaba al exterminio. En total hubo diez grandes persecuciones, las cuales fueron llamadas con el nombre del emperador que las lideraba: Nerón; Dominicano; Trajano; Marco Aurelio; Séptimo Severo; Maximiliano; Decio; Valeriano; Aureliano y Diocleciano.
Las catacumbas eran cámaras y galerías subterráneas utilizadas como lugar de entierro a los difuntos de la religión cristiana. En un principio, los romanos enterraban a los muertos en catacumbas familiares a extramuros de la ciudad, que estaban protegidas por la ley. Más tarde, optaron por la cremación. Sin embargo, los cristianos siguieron utilizando el antiguo procedimiento, pues estaban convencidos de que los pasillos de las catatumbas eran un camino que llevaba de la muerte a la vida; además, creían fuertemente en la resurrección, razón por la cual sepultaban allí a sus familiares para que, como Jesucristo, resucitaran. Se cree que las primeras catacumbas eran cementerios elitistas de familias que no estaban de acuerdo con la cremación. Pese a que eran lugares de sepultura, durante las persecuciones se convirtieron en refugios para los cristianos que llevaban a cabo la celebración de la eucaristía, devoción y peregrinación a escondidas de los romanos. Las catacumbas fueron creadas en el siglo II por grupos de constructores de cuevas.
Edicto de Milán y concilios ecuménicos
El Edicto de Milán es un texto legal promulgado en la ciudad de Milán por el emperador romano Constantino I, el grande, en compañía de Licinio, en el año 373. Por medio de este documento se alcanzó la paz religiosa a favor de los cristianos en los territorios imperiales al acordar la libertad de culto, pero cuya definitiva importancia histórica radica en el hecho de que es considerado el inicio jurídico que permitió al cristianismo convertirse en la religión oficial del Imperio Romano, siendo que garantizaría la reunificación del imperio. Cabe destacar que la expresión Edad Media, para algunos historiadores, tiene sentido a partir de la caída del Imperio Romano, aunque si bien algunos la usan para designar el fin de la Edad Antigua y datan el comienzo de la Edad media en tres fechas, la primera de 373, a partir del Edicto del Milán; la segunda de 410, cuando Alarico entra a Roma y, la tercera, de 476, con el fin oficial del Imperio Romano. Otros historiadores se fijan en el año 711, cuando los árabes invaden la península, y en el año 800, año de coronación de Carlomagno como emperador de Occidente.
Symbolum Nicaeno-Constantinopolitanum. Icon depictin the First Council of Nicaea. Fuente: Wikicommons.
Ahora bien, los concilios ecuménicos eran importantes asambleas de obispos y dirigentes de la iglesia cristiana, en los que se discutían y regulaban aspectos doctrinales y demás cuestiones. El primero de todos fue el concilio de Nicea, convocado en el año 325 en Nicea, ciudad de Asia menor, en el territorio de la actual Turquía. Fue llamado por el emperador romano Constantino I el grande, por consejo del obispo Osio de Córdoba, doce años después de que el emperador Constantino hubiera anunciado la tolerancia del cristianismo dentro del Imperio Romano. En los siglos IV y V se desarrollaron otros concilios, entre los cuales contamos el Concilio de Constantinopla, celebrado entre mayo y julio del año 381, considerado el segundo concilio ecuménico por la iglesia católica y cristiana, donde se definió la posición del espíritu santo dentro de la trinidad; el Concilio de Éfeso, celebrado entre el 22 de junio y el 16 de julio, del año 431 en Éfeso, antiguo puerto griego, considerado por la iglesia católica ortodoxa como el III concilio ecuménico, esta vez convocado por el emperador Teodoro, donde se considera a María como la madre de cristo y no de Dios; Concilio de Calcedonia, que tuvo lugar entre el 8 de octubre y el 1 de noviembre del año 451 en Calcedonia, solicitado por Mariano, y se ocupa principalmente de la solución teológica sobre la persona de Jesucristo, donde se describe como si tuviera naturaleza divina y humana.
Durante el Imperio Romano la población de los bárbaros aumentó considerablemente, siéndole necesario una extensión cada vez mayor de tierras para la agricultura, la ganadería y la caza. La nobleza militar con sus destacamentos estaba siempre dispuesta a batallar y a saquear. De ahí que los barbaros inquietaran constantemente las fronteras del Imperio. En el siglo III, las tribus bárbaras de los godos cruzaron el Danubio e irrumpieron en el Imperio, pero resultaron expulsados por las batallas. Hacia fines del siglo IV el Imperio no pudo soportar más los constantes ataques, tanto por problemas internos como a consecuencia de las alianzas de tribus bárbaras.
El Imperio sucumbió tanto por sus problemáticas internas como externas. El Imperio Romano, con su cruel explotación de esclavos y colonos, y con el peso de los impuestos, se volvió odioso para sus trabajadores; además que las invasiones bárbaras fueron coyunturales para que todo se viniera abajo. En el año 410, los visigodos tomaron Roma con la ayuda de esclavos romanos. El Imperio perdía un dominio tras otro. En 476, Odoacro, jefe de un destacamento compuesto de varias tribus bárbaras, se adueñó del poder en Italia. El emperador Rómulo Augustulo fue destituido y el así el Imperio Romano de Occidente, que había sido potencia del Mediterráneo por aproximadamente 500 años, cesó de existir. Las causas principales de su caída fueron las derrotas militares. A pesar de esto, el Imperio Romano de Oriente se mantuvo por mil años más bajo forma del Imperio Bizantino, como heredero del Imperio Romano. Durante la Edad Media e inicios del Renacimiento, el Imperio Bizantino se mantuvo; su capital se encontraba en Constantinopla, cuyo anterior nombre era Bizancio. Se extendió desde el siglo IV hasta el año 1453. A pesar de la política del gobierno de conservar, en interés de la defensa, las parcelas de campesinos-guerreros, el campesinado libre se arruinaba a expensas del desarrollo de la gran propiedad. Los grandes propietarios se apoderaron de las parcelas campesinas en pago de deudas, las compraban a ínfimo precio en los años de hambre, y a menudo las usurpaban con violencia. Fue así que la política de esta dinastía fue dirigida por los intereses de las grandes propiedades feudales. El poder imperial, con toda su pompa exterior, siguió siendo inseguro. A finales del siglo XV, en el año de 1453, declinó el Imperio Bizantino.
Desde finales del siglo VIII se recrudeció en la España visigoda la lucha por el poder. En ese contexto se produjo, en el año 711, la invasión de la península ibérica por los musulmanes, que procedían del norte de África. Los invasores eran escasos, no obstante, gran parte de la población de Hispania aceptó la religión musulmana. Al-Ándalus, nombre dado por los musulmanes a Hispania, tuvo una economía prospera y una agricultura avanzada, en la que tenía gran peso el regadío, y una importante actividad artesanal y mercantil. A mediados del siglo XI cambió la correlación de fuerzas entre los cristianos y los musulmanes de Hispania. La fragmentación de Al-Ándalus facilitó la puesta en marcha de una ofensiva en toda regla por parte de los cristianos del norte. Inicia así la etapa de la Reconquista, en donde se luchó por recuperar tierras sobre las cuales los cristianos creían tener derecho.
A partir del siglo VIII, gracias al impulso de Carlomagno, inicia en Europa un florecimiento cultural basado en las tradiciones romanas y en la Antigüedad clásica. Aparecieron manifestaciones artísticas denominadas Prerrománticas, ya que constituyen la base de lo que poco después sería el arte romántico. El arte carolingio se desarrolló fundamentalmente en Francia, centrando su actividad constructiva en la realización de iglesias y monasterios, en principio levantadas en madera y después en ladrillo o en piedra, en los que por influencia clásica se utilizó el arco de media punta y la columna. Uno de los elementos más originales de la arquitectura carolingia fue el triturrium o cuerpo occidental, situado a los pies del templo, con dos torres en los extremos más otra central, de diseño rectangular, levantada sobre una tribuna que servía al emperador y a su corte para asistir a los oficios religiosos.
Este era un tipo de órdenes religiosas en donde quienes las practicaban vivían de limosnas de los demás, es decir, eran miembros de la iglesia católica que vivían predicando y eran mantenidos solo por caridad. Las ordenes mendicantes más importantes fueron aprobadas en el siglo XIII. Entre éstas cabe señalar a los frailes menores o Franciscanos (de las que harían parte Duns Escoto, Guillermo de Ockham y Roger Bacon); los frailes predicadores o dominicos (Santo Tomas de Aquino y San Alberto Magno, por ejemplo); los carmelitos, los Agustinos y los Servitas, fundada en 1233 y reconocida en 1424 como orden mendicante.
Nacimiento de las universidades
Las universidades europeas occidentales evolucionaron a medida que los estudiantes fueron acudiendo a diversos centros donde prestigiosos profesores impartían sus enseñanzas sobre temas de particular interés. El idioma no suponía impedimento alguno, ya que tanto las clases como los debates se desarrollaban en la lengua universal que era el latín. Hacia el siglo XII, París se había establecido como núcleo para la instrucción y difusión de la teología y la filosofía, y la Universidad de París se convirtió en modelo para las universidades que más tarde se fundaron en el norte de Europa. La Universidad de Bolonia, en Italia, constituía el centro para el estudio de derecho, y sirvió de modelo a las universidades italianas y españolas. A partir del siglo XVI se crean universidades en Inglaterra, Escocia, Alemania, Bohemia y Polonia.
La inquisición fue una institución judicial creada por el pontificado en la Edad Media con la misión de localizar, procesar y sentenciar a las personas culpables de herejía. En la iglesia primitiva la pena habitual por herejía era la excomunión. Con el reconocimiento del cristianismo como religión oficial en el siglo IV por los emperadores romanos, los herejes empezaron a ser considerados enemigos del Estado, sobre todo cuando habían provocado violencia y alteraciones del orden público.
Fueron una serie de expediciones militares en Europa occidental a petición del Papa, que comenzaron en 1095 y cuyo objetivo era recuperar Jerusalén y otros lugares de peregrinación en Palestina, territorio conocido por los cristianos como Tierra santa, la cual estaba bajo el control de los musulmanes. El vocablo cruzad (de cruz), emblema de las cruzadas, se aplicó también a las guerras contra los pueblos paganos, contra los herejes cristianos y contra los enemigos políticos del papado.
Fragmentación del modelo económico feudal
El feudalismo alcanzó el punto culminante de su desarrollo en el siglo XIII, a partir de entonces inició su decadencia. La presión externa del mercado fragmentó el orden feudal, los siervos dejaron de depender de los señores y comenzaron a poseer independencia, así, grupos de personas aprovecharon tales cambios para conformar élites de poder.
La peste negra
The plague of Florence in 1348 as described in Boccaccio's Wellcome. Fuente: Wikicommons.
The plague of Florence in 1348 as described in Boccaccio's Wellcome. Fuente: Wikicommons.
Epidemia que devastó a Europa a mediados del siglo XIV. El bacilo de la peste afectó a ciertos roedores y a sus parásitos, en especial a la rata negra y a su pulga xenopsylla cheopis. Una rata enferma pudo infectar a la pulga que se alimenta de su sangre, la cual, en determinadas condiciones, transmite la enfermedad a los seres humanos. Los historiadores modernos piensan que esa fue la causa de la expansión de la denominada peste negra.
Cada uno de estos aspectos son cruciales a la hora de comprender el pensamiento filosófico y religioso de toda una época. Por tal motivo, hemos optado por cerrar el ciclo con esta tentadora propuesta. La gran mayoría de conocimientos expuestos en esta entrada son fruto de nuestras formaciones en Historia de la filosofía medieval, de un Seminario San Agustín/Tomás de Aquino y de un curso de profundización en Filosofía de la religión. Sin embargo, para complementar la información y lograr un grado de profundización respecto a intereses singulares, pueden consultar las obras referidas en cada una de nuestras entradas expuestas del ciclo.
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